jueves, 10 de septiembre de 2015

So... what's up?

A ratos me pregunto cómo he llegado hasta aquí.

A ratos, cuando hago pequeñas pausas en el día a día y la montaña rusa de emociones y sucesos en los que se ha convertido mi vida de unos meses a esta parte. De pasar de tener una vida bastante tranquila, bastante ordenada, donde –salvo en determinados momentos al año- sé lo que hay, hago las mismas cosas y van pasando los días, sin pena ni gloria... a esto. A no planear mucho más allá de una semana o dos. A dejar los días con asterisco "por si acaso". A enamorarme, desencantarme, llorar, rabiar, pasar página, sonreír y empezar de nuevo.

A vivir con ganas cada día, a correr, a hacer cosas porque sí, si me apetece, ¿por qué no? ¿Qué más da? Creo que esa frase es en la que se ha convertido mi vida: si me apetece, ¿por qué no? ¿Qué más da? ¿Qué más da lo que pueda pensar el resto? ¿Qué más da todo si estoy a gusto y no hago daño a nadie?

He pasado de mirar las piscinas con cuidado y de reojo a tirarme de cabeza con triple tirabuzón.

¿Por qué? Porque me siento viva. Esta emoción, esta dopamina y adrenalina fluyendo a saco, el no saber qué pasará, el querer averiguarlo, el ¿y sí...? ¿Y si no? No pasa nada, pero si no lo pruebo, no lo sabré.

Abrir y cerrar nuevas puertas, ir por lo desconocido. Y lo desconocido también soy yo misma, ojo. Estoy descubriendo muchas cosas, unas buenas y otras que quizás son negativas y tengo que trabajar. La cosa es que... ¿Qué? Pues que vivo la vida.

¿Que me pillo los dedos? Bueno, lo superaré. Duele un poco o un mucho, pero se sigue adelante. E incluso cuando duele mucho, me gusta, porque lo he vivido, llámame masoca si quieres. No he tenido miedo de volver a empezar o de conocer a más gente. Porque ya no me muevo por miedo. Me muevo por "a ver cómo me siento si...". Curiosidad, aventura, interés, ganas. Me muevo por lo que me hace reír, por lo que me hace sentir bien. ¿Qué pasará? Se verá. O lo veremos. No lo sé. ¿Qué importa? El ahora es lo único importante. Mientras todos nuestros ahora hacia el futuro estemos bien, seguirá siendo lo que vale la pena.

Total. Que no esperaba nada de lo que ha pasado. Lo he ido abrazando según pasaba por el camino. No sé si me equivocaré o me arrepentiré o, por el contrario, si seguiré abrazando lo que llegue, despidiendo a quien se marcha, si continuaré sorprendiéndome y disfrutando de todo.


Hola, Extraño. ¿Qué tal? Encantada de haberte conocido.



lunes, 3 de noviembre de 2014

Wake up call

Hace años tuve mi primer "toque de atención" cuando tuvimos un accidente de coche. Empecé a cambiar pequeñas cosas y creo, cuatro años después, que lo que viví después de eso me hizo quien soy ahora. Eso, y otras muchas, muchísimas, otras pequeñas cosas.

Disfrutar más, enfadarme menos, amar más, esperar menos , ser más flexible, ser capaz de hablar más y callarme menos... y creo que también ser más fuerte, más equilibrada. Me quedan muchas por aprender, claro, pero me siento agradecida por las que he aprendido hasta ahora. Por la gente que he conocido, por los que han llegado, por los que se han ido, por los que se han quedado, aunque hagamos caminos diferentes. Quienes forman parte de mi vida son maestros para mí. Cada día aprendo algo de alguien, veo virtudes y detalles de la gente que posiblemente ellos mismos ni se den cuenta de que están ahí. Y es posible que lo mismo pase conmigo, que yo misma no vea lo que ve el resto en mí.

La cosa es que creo que se acerca otro Gran Cambio, me toca armarme de paciencia y tranquilidad. Y, ¿sabéis qué? Hoy he amanecido nerviosa, con algo de miedo y la cabeza llena de "y si", unos más probables y posibles que otros. Tal vez se hagan realidad, tal vez no, pero no tiene sentido dejarse llevar por un torrente de miedo y duda.

Así que me he puesto a meditar.

Hacía demasiado tiempo que no lo hacía y llevaba meses pensando en regresar. ¿Regresar a poner una vela, incienso y música suave? Pues sí: regresar a escucharme. Porque si me escucho, me calmo. Si me digo que todo va a ir bien, me lo creo. Y, si no fueran bien las cosas (espero que no), tampoco me enteraría, así que el miedo a sentir dolor queda fuera de la ecuación.

Entonces, meditando me he dado cuenta de una serie de cosas. Yo sigo mucho los ritmos de la naturaleza y el calendario celta. Samhain, el Día de los Muertos, está cerca, es la semana que viene, a dos días de mi "Gran Cambio". Lo he visto muy claro. Una parte de mí muere, literalmente, para que el resto de mí pueda seguir viviendo, más ligera, más segura, más sana. Es otoño, cuando empieza la época del recogimiento y la recolecta... Estaré unos meses bastante tiempo en casa, de reposo, recuperándome, reconociéndome durante el invierno. El "Gran Cambio" es una operación. Me van a anestesiar para quitarme algo que ha estado siempre conmigo, una cuerda (aka "intestino", aunque queda más poético decir cuerda) que se corta para seguir adelante, un modo de cortar con el pasado, con quien fui. Es lo más cerca que estaré de la "muerte" hasta que muera, creo. Aunque cada vez que dormimos, es como una pequeña muerte de la que despertamos (hasta que dejamos de hacerlo, claro).

En fin, que he llegado a una serie de conclusiones que me han hecho sentir mejor con toda la situación, y no es que la llevara mal, porque vamos, si tiene solución ¿para qué preocuparse? Si me lo tienen que hacer sí o sí, ¿para qué darle más vueltas de las necesarias?

La cosa es que mientras estaba terminando de escribir este texto, por la noche, me llamó uno de los médicos para decirme que había algo que empezaba a hacer el tonto ahí dentro y que qué fecha tenía para operarme, cuando le dije que era la semana que viene se quedó más tranquilo. Era una de esas cosas que no quieres tener más tiempo del necesario dentro si es evitable. Y lo es.

Me considero una persona optimista y realista. Optimista porque siempre trato de mirar la parte buena de una situación, sea la que sea, y de tirar hacia adelante. Y realista porque he vivido suficientes situaciones como para saber que con ser optimista y pensar solo en lo mejor no lo es todo. Hay veces que por más que pongas de tu parte y te cuides o hagas todo lo que puedas, acaban pasando cosas inesperadas que preferirías que no ocurrieran nunca.

Prefiero que estas no me pillen de mucha sorpresa. Eso significa que sí, trato de sacar de una situación  lo mejor, pero sé que nada es para siempre, como decía la canción de la serie de Antena 3 de finales de los noventa, que en ocasiones suceden cosas que están fuera de nuestro control y que aunque nos molesten y no las queramos, pues están ahí como los mosquitos cojoneros del verano, así que es mejor disfrutar cada día, pero disfrutarlo de verdad, aunque no haya cosas especiales como cenas preciosas o viajes. Si estás vivo y estás bien, disfrútalo. Si estás en un buen momento en tu vida, aunque a veces te aburras, aunque vuelvas cansado del trabajo, aunque encuentres peros en tu vida, disfrútalos. La vida termina siempre súbitamente. No sirven los "pero parecía que estaba bien", "no se veía nada grave", "era una operación sencilla" o "quién lo iba a decir, aun era joven". No des por sentado que siempre tendrás tiempo para hacer algo que te gusta o que tienes ganas, porque el tiempo no es infinito. Tenemos el que tenemos y nos toca aprovecharlo lo mejor posible, con la gente y las cosas que hacer que nosotros decidamos, pero dejarlo correr es siempre un error.

Deja las preocupaciones vanas, los qué dirán, acércate a los que quieres y aléjate de las personas y situaciones tóxicas. Si hay algo que no te gusta, de verdad, CÁMBIALO, no pasa nada, hay muchas soluciones, aunque duelan los cambios o se haga cuesta arriba. Di que no, no te fuerces, o lánzate y di que sí a probar algo nuevo si te apetece. Disfruta, apasiónate, deja de pensar las cosas demasiado, es una pérdida de tiempo. VIVE, trata de ser feliz, porque aunque creas que la muerte es algo lejano, no lo es, nos acompaña desde que nacemos y la intentamos negar porque nos aterra, porque es un cambio que da miedo, porque tenemos miedo a estar solos, a dejar a los que amamos, porque cuando la ves cerca te paras a pensar en TODO lo que tienes por disfrutar y por hacer y no has hecho.
De vez en cuando se necesitan llamadas de atención.

Lógicamente, no quiero morir todavía y tampoco quiero preocupar a nadie, pero a veces pasan cosas. No quiero dejar esto como un "por si acaso", sino como una reflexión personal y muy íntima abierta a todos, especialmente a los que quiero y a quien se pase por aquí, aunque sea de chiripa.

No hace falta ir en plan "Mr Wonderful ©" por la vida, donde todo siempre es maravilloso y feliz y chachipiruli, porque pasan mierdas y te salpican, hablando en plata. Pero siempre puedes ponerle un lacito a la mierda y un poco de purpurina para que lo sea menos. Todo llega y todo pasa, incluso esto, incluso todos los que conozco, algún día ya no estarán.





Espero seguir estando durante mucho, mucho tiempo, pero si dejo de estarlo, me gustaría que se me recordara con una sonrisa por las muchas veces que he sido patosa, por los comentarios graciosos, por los chistes malos-malos que suelto... Por ser quien soy, vaya.

Hace años, muchos, estuve en un momento en que pensaba que si desaparecía no le iba a importar a mucha gente. Es un pensamiento triste y un momento aún más triste para que llegues a pensar algo así. Y ahora, veo la cantidad de gente que he ido "acumulando" a lo largo del tiempo, y son todo eso, gente estupenda y maravillosa (aunque pueda quedar cursi decirlo) y veo que están pendientes de mí, de mi estado, que les importo... y eso llena. Y es bonito. Y me siento muy agradecida.

He de decir que empecé a escribir esto hace dos semanas y mi intención era dejar el blog en automático para que lo colgara él solito el día de la operación. Pero al final se me pasó. Así que estos dos últimos párrafos los escribo el segundo día de estar en casa después de la operación, que fue incluso mejor de lo esperado y en que llevo desde hace casi una semana absolutamente anonadada por la cantidad de gente que se ha interesado por mi estado y ha estado pendiente de mí. De verdad, gracias. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Estaba fregando los platos...

... y me he sentido feliz. Así, sin más.

La máquina a mi lado estaba batiendo la crema pastelera con la que voy a rellenar la masa brisa para hacer una tarta de fresas que más tarde llevaré a casa de mis padres (no entera, posiblemente me quede una parte).

Ha sido un poco como la magdalena del Sr. Proust. El olor a crema pastelera me ha llevado de vuelta a los 12 años, cuando la preparé por primera vez una mañana en que estaba sola en casa y no había nada que me apeteciera para desayunar. Justo cuando la estaba terminando de hacer, llegó mi madre y al verla, bajó a la panadería a por unos bollos dulces para poderlos rellenar.

Me he acordado de una entrada de una bloguera que sigo desde hace poco, a Biscayenne, que no solo pone recetas de cocina vasca tradicionales, sino que lleva a cabo una exhaustiva investigación por los nombres célebres de la gastronomía vascuence de antaño. Esta tarde había leído por enésima vez cómo se preparaba un Kounig Amann, una tarta-pan dulce hojaldrado bretón mantequilloso. En realidad es el que prepara Amélie al final de la película, pero en castellano la voz en off decía "mientras Amélie prepara su rico pastel de ciruelas" (al descubrirlo me sentí un poco engañada por los medios, a la vez que me decía que tendría que volver a verla en francés subtitulada). Y entonces escuché a Yann Tiersen de fondo. Hace tiempo que no lo escuchaba y...

Y el olor de la crema pastelera, Amélie, los platos, el detergente, la tarta de fresas, los amigos a los que vi ayer, la gente que estoy conociendo últimamente, Yann Tiersen, el rol de los jueves, los mimos de Nahia y mi vida en general, se ha condensado todo de repente y me ha hecho sentir feliz.

Después he pensado que como hay algunas nubes de tormenta en el horizonte, igual todo dejaba de ser como es ahora.

Pero, al fin y al cabo, ¿qué más da? En ese momento me sentía feliz y eso es algo que me queda para siempre. Un momentito sencillo de atesorar en un pequeño baúl de mi corazoncito metafórico.





Y ahora me vuelvo a terminar la tarta de fresas...

martes, 31 de diciembre de 2013

Bye old, hello new.

Sentarme a escribir en el blog siempre me parece un poco como enfrentarme a mí misma, a escuchar las cosas que tengo que decirme y que a veces no tengo ganas de escuchar, porque sé cuáles son. Y es duro. Es duro porque en ocasiones tienes que pretender no acordarte de ellas para poder seguir adelante. Y porque hay gente que aún me tiene en su feed y les aparezco en novedades cuando escribo algo nuevo o porque de vez en cuando entran en mi blog y lo leen. Y no me gusta preocupar a la gente, especialmente si no pueden hacer nada por echarme una mano.

He utilizado esto a lo largo de los años para escribir reflexiones, contar cosas que se me ocurrían y que pensaba que a nadie más les podía interesar, para dejar al mundo alguno de mis escritos, que no quedaran solo en una libreta o en el disco duro del ordenador, para reírme de las cosas... y en ocasiones hasta de mi diario. Aunque es raro escribir un diario que cualquier persona que llegue pueda leer (si bien también es raro que esa persona puedas ser tú mismo más adelante y leas las cosas que dijiste en determinado momento de tu vida).

Cuando termina el año siempre tiendo a hacer "balances" o dejarlo listo para el siguiente. Ni que fuera una contable. No sé qué tienen, pero adoro hacer listas y pensar en todo el tiempo que tienes delante para cumplir cosas, las posibilidades que te da el día de mañana. Es un símbolo, claramente. Mañana saldrá el sol como cada día, y habrá un nuevo amanecer, y se volverá a poner y volverá a salir. Solo que el 31 de diciembre marca un final y el 1 de enero es un comienzo. Son metas y comienzos importantes, porque tú mismo te marcas los límites, los finales y los comienzos... si no existieran los lunes y los domingos, los cambios de mes y de año, las fiestas especiales o los cumpleaños, sentiríamos cada día igual. A pesar que cada trae consigo nuevas oportunidades y posibilidades de hacer todo eso que te has dicho... pero parece que si no existe un final o una meta o el lugar donde empezar, todo continúa igual.

Este año creo que puedo decir que ha sido un año de mierda. No me ha gustado mucho, la verdad. He estado mal, anímicamente, emocionalmente. Me he caído una docena de veces o más y me he vuelto a levantar. A veces hasta me sorprendo de que lo siga haciendo. Ahora expreso más cosas de lo que hacía hace años, pero lo que llaman "la verdadera procesión" la sigo llevando por dentro, porque soy de las que prefiere contar que han estado mal una vez ha pasado. Porque a veces, si lo cuentas "durante", mientras lo estás pasando mal, te hundes. Por eso no escribo por aquí. Una de las cosas por las que estoy agradecida de este año es que mi madre, después de meses e incertidumbre, le detectaron un cáncer y pudo ser extraído a tiempo (muy justito, pero a tiempo) y no necesita tratamiento. Hay otros que no pueden decir lo mismo. Estoy agradecida por ello y por tener a gente cerca que de vez en cuando me hacen reír, aunque en el fondo me cueste, o me ayuden a desconectar a ratitos. Los que no preguntan, sino que se sientan a escuchar, y si quieres hablar, bien, y si no, también. No hay prisa.

Me he hecho una lista de cosas que quiero hacer este año, No "propósitos" en sí, sino pequeñas rutinas que quiero añadir a mi día a día, que creo que pueden aportarme algo a la larga.

El año que viene veré los que he logrado añadir.

Aunque mañana sea un día más y vuelva a salir el sol, necesito creer que hoy será un final, que mañana habrá cosas diferentes, que habrá cosas nuevas, que poco a poco me curaré por dentro y podré estar contenta, feliz, otra vez. Es trabajo personal. Será duro y tendré que tomar decisiones que dan miedo y no me gustan, pero tengo que creer que todo servirá para algo.

Feliz año NUEVO, seas quien seas que leas esto.

Esperanza creo que es lo que trae esta época, esperanza por los cambios, por que todo sea mejor.

Que la esperanza te dure mucho en 2014.

miércoles, 5 de junio de 2013

martes, 7 de mayo de 2013

Librerías, libros y misterios



Como viene siendo habitual, en Sant Jordi siempre me autorregalo, al menos, un libro. Y, además, procuro que sea uno de esos libros. Uno de esos que te marcan los Sant Jordis de cada año, de los que disfrutas leyendo, de los que te agrada saborear.

Este año, siguiendo mi gran amiga, la intuición (sí, esa a la que a veces no hacemos caso) me decanté por El Elegido: El Sr. Penumbra y su librería 24 horas abierta, de Robin Sloan.

Tiene todos los ingredientes que suelen llamarme la atención: una librería bastante peculiar (e incluso, secreta, podríamos decir), libros extraños y misterios. Éxito asegurado, por suerte. No me habría gustado que este libro me hubiese defraudado. Afortunadamente y, sin ser uno de los mejores que he leído en toda mi vida, ha estado muy bien y lo he disfrutado. Personajes carismáticos que actúan conforme a su naturaleza* y que página a página van desentrañando un misterio de hace 500 años, de cuando se inventaron las imprentas, nada menos.

*(No me gusta nada que los personajes, así porque sí, empiecen a hacer cosas que no concuerdan con su forma de ser, como obligados. Ni tampoco los finales extremadamente ñoños y diabéticos.)

Así que ha sido un libro de los que suspiras al cerrar, te quedas con unas cuantas reflexiones que has leído y con el buen sabor. Es uno de esos libros que más adelante volveré a releer, por el mero hecho de disfrutarlo una vez más y sumergirme en los años 2000 de internet.

Festina lente y buenas noches.





PD: ¿Gusta el nuevo look del blog? (El de la cabecera, en concreto, que es el que he photoshopeado yo).
PD2: El título es tan largo que siempre me hago un lío a la hora de decirlo en el orden correcto.
PD3: Lo llamo "La Librería del Señor Penumbra abierta 24 horas" en la mayoría de los casos. O "La librería del sr. Penumbra".

domingo, 17 de marzo de 2013

Cuento corto: El Abrazo

Esto es un pequeño cuento que creé para acompañar esta imagen :). Es para un pequeño "taller" de cuentos o de historias cortas que me he apuntado en una plataforma de juegos de rol online, llamada Comunidad Umbría. Como me apetecía ir volviendo a escribir, pensé que sería buena idea.

Se hacía tarde. Era bien entrada la noche y aún se escuchaban a lo lejos la música, las risas y el crepitar del gran fuego. El pueblo seguía de fiesta y bailaba. Se acababa el verano. Me deslicé en silencio hacia la cabaña. Me había despedido de mis amigos, de mis numerosos tíos y tías, de los abuelos y los ancestros.

Necesitaba un rato a solas para despedirme de mi vida. Cuando regresara todo habría cambiado. Todo, empezando por mí.

Ya eres mayor, dijeron un día. Es la hora.

Yo no había notado ningún cambio perceptible, pero las estrellas no engañan. Y las hojas de los árboles al llegar el otoño no mienten. “Es la hora” era una certeza.

Vivimos en árboles y en comparación con otros seres, se diría que somos muy menudos. Pero no nos ven, no porque seamos pequeños, sino porque quedamos pocos y porque los humanos ya no se acercan a los bosques. Nos llaman cuentos, leyendas, fantasías. Vestimos hojas y cortezas de los árboles. Nuestro hogar, el árbol en el que habitamos, nos provee de todo lo que necesitamos. Y, a cambio, nosotros lo protegemos. Somos los guardianes invisibles de los árboles.

Pero cuando llegamos a cierta edad, debemos abandonar “el nido” durante un año y un día. Iba a ser duro. Dentro de unas semanas llegaría el frío. Tenía que buscar una buena madriguera y reunir nueces y frutas y raíces para pasar el invierno. Cuando fuera primavera podría explorar otros lugares.

Estaba tan inmerso en mis pensamientos que no les oí llegar y se me echaron encima. Los dos pequeños de la casa: mis hermanos, N’aelda y Okartzi. Los que más me echarían de menos. Los que más me querían. Yo era su mundo, su ejemplo a seguir. Creo que en el fondo no alcanzaban a comprender por qué me marchaba durante tanto tiempo. Las razones poco importaban para ellos.

Les abracé fuerte. No quedaban muchas palabras que no nos hubiésemos dicho ya. No tenía sentido que les dijese que no hicieran enfadar a nuestros padres o a los mayores; lo harían, eran demasiado traviesos.

Sed felices, dije en cambio. Era la hora.

lunes, 21 de enero de 2013

Sueños, despedidas y cambios

He leído esta entrada de un blog que sigo desde el año pasado, and the pioneer life. Un blog de una familia danesa (¿o eran holandeses?) que se fueron a vivir  a los bosques de Suecia, siguiendo un sueño. Hablé de ellos en esta entrada que escribí el pasado abril.

En el post que han subido hoy hablaban de unos amigos que conocieron cuando fueron a los bosques, al principio, cuando construyeron la primera cabaña y eran una comunidad con otras personas... Se sintieron solos y se fueron ellos solos, la família de 6 miembros, junto a un lago. Los impulsadores de esa comunidad inicial venían a despedirse y en el texto Andrea ha dejado escritas estas palabras, que traduciré a continuación, porque... bueno, realmente no sé si es el momento para mí, que igual estoy sensible o porque lo siento en cada fibra de mi ser, estas palabras me han llegado muy profundamente y creo que hay que compartirlas.

When we said goodbye this morning we also said goodbye to the dreams. You can be a slave of dreams, you know. You can be a slave of ideals and you can be a slave of rigid notions about how you think the world should be. And it´s not.
It´s never what you want. Might be what you need though.
Smiley.
Everything changes. All the time.
This is the only mantra that I have. This is the only truth that I know.
Dreams change too.

Cuando nos despedimos esta mañana también dijimos adiós a los sueños. Puedes ser un esclavo de los sueños, ¿sabes? Puedes ser un esclavo de los ideales y puedes ser un esclavo de las nociones rígidas sobre cñomo crees que el mundo debería ser. Y no es así.
Nunca es lo que tú quieres que sea. Tal vez sea lo que tú necesites.
:)
Todo cambia. Continuamente.
Este es el único mantra que tengo. La única verdad que conozco.
Los sueños también cambian.

Me ha parecido estar escuchándome a mí misma, todo cambia, nada es permanente, incluso los sueños. ¿Cuántas cosas tenemos en la vida que son así porque nosotros mismos nos las impusimos? ¿Cuántos sueños dejaron de ser sueños, pero los seguimos persiguiendo por... costumbre o porque no nos hemos dado cuenta que ya no son nuestros sueños?

 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Brisas de recuerdos

Así es como yo llamaría a esta sensación de cuando has tenido un sueño en el que ha sucedido algo importante, pero no recuerdas, y durante toda la mañana o todo el día (¿o toda la vida?) notas las sensaciones que has sentido en él o casi logras ver una imagen cuando no prestas atención... pero se desvanece tan rápido cuando te fijas en que está ahí, que existe.

Como una brisa invisible e imperceptible. Como cuando estás en el bosque y crees, es más, jurarías que te están mirando, pero te volteas y no hay nadie. Como perseguir un reflejo de la luna en la oscuridad. Siempre al alcance de la mano, nunca en ella.

El recuerdo de mi sueño está ahí. Y no lo alcanzo. La mente es tan increíble. Los sueños son tan increíbles.

El mundo de los sueños me fascina. Siempre lo ha hecho y lo hará. Es una tierra inexplorada, solo se han estudiado atisbos de su realidad. Es como el universo dentro de nuestra cabeza, de todos nosotros. Los sueños son la creación, Altjeringa, el Tiempo del Sueño (Dreamtime), el tiempo más allá del tiempo. Los aborígenes australianos lo supieron captar muy bien. 



The Dreamings made our Law.. This Law is our ceremonies, our songs, our stories; all of these things came from the Dreaming...These songs are sacred. 

 (Los Sueños hicieron nuestra Ley. Esta Ley son nuestras ceremonias, nuestras canciones, nuestras historias; todas estas cosas vinieron del Sueño... Estas canciones son sagradas.)

--Yanyuwa elder Mussolini Harvey, quoted in John Bradley’s Yanyuwa Country, 1988