A veces, cuando andamos, miramos al suelo para no caer. Nos da tanto miedo caer que hasta nos olvidamos de hacia dónde íbamos. Empezamos a andar, sin importar hacia dónde, sólo andar. Y cuando miras a tu alrededor y no ves nada conocido, piensas "¿cómo he llegado hasta aquí? Me he perdido. Estoy perdido".
Cuando subimos una montaña, si conseguimos no perdernos al andar ni mirar excesivamente a nuestros pies, vemos el gran trecho que nos falta para llegar a lo alto. A veces es conveniente parar un rato, darse un respiro y mirar todo lo que has andado, que es mucho. Aun te falta para hacer cima en la montaña, pero ya es menos de lo que había cuando empezaste.
A veces es conveniente mirar hacia abajo para mirarlo y darnos ánimos.
Vale la pena aprovechar el tiempo. Tempus fugit y nunca vuelve.
Lo que nosotros no hagamos, lo hará otro. Lo que no disfrutemos, lo hará otro. Las veces que no nos riamos, las hará otro. Ése otro lo hará todo igualmente, tanto si tú lo haces como si no. Así que... ¿no es mejor hacerlo? Seguir andando, mirar hacia adelante, descansar y continuar... aprovechar lo que nos han dado y disfrutar mientras continuamos nuestro camino.