Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta reflexiones. Mostrar todas las entradas

jueves, 10 de septiembre de 2015

So... what's up?

A ratos me pregunto cómo he llegado hasta aquí.

A ratos, cuando hago pequeñas pausas en el día a día y la montaña rusa de emociones y sucesos en los que se ha convertido mi vida de unos meses a esta parte. De pasar de tener una vida bastante tranquila, bastante ordenada, donde –salvo en determinados momentos al año- sé lo que hay, hago las mismas cosas y van pasando los días, sin pena ni gloria... a esto. A no planear mucho más allá de una semana o dos. A dejar los días con asterisco "por si acaso". A enamorarme, desencantarme, llorar, rabiar, pasar página, sonreír y empezar de nuevo.

A vivir con ganas cada día, a correr, a hacer cosas porque sí, si me apetece, ¿por qué no? ¿Qué más da? Creo que esa frase es en la que se ha convertido mi vida: si me apetece, ¿por qué no? ¿Qué más da? ¿Qué más da lo que pueda pensar el resto? ¿Qué más da todo si estoy a gusto y no hago daño a nadie?

He pasado de mirar las piscinas con cuidado y de reojo a tirarme de cabeza con triple tirabuzón.

¿Por qué? Porque me siento viva. Esta emoción, esta dopamina y adrenalina fluyendo a saco, el no saber qué pasará, el querer averiguarlo, el ¿y sí...? ¿Y si no? No pasa nada, pero si no lo pruebo, no lo sabré.

Abrir y cerrar nuevas puertas, ir por lo desconocido. Y lo desconocido también soy yo misma, ojo. Estoy descubriendo muchas cosas, unas buenas y otras que quizás son negativas y tengo que trabajar. La cosa es que... ¿Qué? Pues que vivo la vida.

¿Que me pillo los dedos? Bueno, lo superaré. Duele un poco o un mucho, pero se sigue adelante. E incluso cuando duele mucho, me gusta, porque lo he vivido, llámame masoca si quieres. No he tenido miedo de volver a empezar o de conocer a más gente. Porque ya no me muevo por miedo. Me muevo por "a ver cómo me siento si...". Curiosidad, aventura, interés, ganas. Me muevo por lo que me hace reír, por lo que me hace sentir bien. ¿Qué pasará? Se verá. O lo veremos. No lo sé. ¿Qué importa? El ahora es lo único importante. Mientras todos nuestros ahora hacia el futuro estemos bien, seguirá siendo lo que vale la pena.

Total. Que no esperaba nada de lo que ha pasado. Lo he ido abrazando según pasaba por el camino. No sé si me equivocaré o me arrepentiré o, por el contrario, si seguiré abrazando lo que llegue, despidiendo a quien se marcha, si continuaré sorprendiéndome y disfrutando de todo.


Hola, Extraño. ¿Qué tal? Encantada de haberte conocido.



lunes, 3 de noviembre de 2014

Wake up call

Hace años tuve mi primer "toque de atención" cuando tuvimos un accidente de coche. Empecé a cambiar pequeñas cosas y creo, cuatro años después, que lo que viví después de eso me hizo quien soy ahora. Eso, y otras muchas, muchísimas, otras pequeñas cosas.

Disfrutar más, enfadarme menos, amar más, esperar menos , ser más flexible, ser capaz de hablar más y callarme menos... y creo que también ser más fuerte, más equilibrada. Me quedan muchas por aprender, claro, pero me siento agradecida por las que he aprendido hasta ahora. Por la gente que he conocido, por los que han llegado, por los que se han ido, por los que se han quedado, aunque hagamos caminos diferentes. Quienes forman parte de mi vida son maestros para mí. Cada día aprendo algo de alguien, veo virtudes y detalles de la gente que posiblemente ellos mismos ni se den cuenta de que están ahí. Y es posible que lo mismo pase conmigo, que yo misma no vea lo que ve el resto en mí.

La cosa es que creo que se acerca otro Gran Cambio, me toca armarme de paciencia y tranquilidad. Y, ¿sabéis qué? Hoy he amanecido nerviosa, con algo de miedo y la cabeza llena de "y si", unos más probables y posibles que otros. Tal vez se hagan realidad, tal vez no, pero no tiene sentido dejarse llevar por un torrente de miedo y duda.

Así que me he puesto a meditar.

Hacía demasiado tiempo que no lo hacía y llevaba meses pensando en regresar. ¿Regresar a poner una vela, incienso y música suave? Pues sí: regresar a escucharme. Porque si me escucho, me calmo. Si me digo que todo va a ir bien, me lo creo. Y, si no fueran bien las cosas (espero que no), tampoco me enteraría, así que el miedo a sentir dolor queda fuera de la ecuación.

Entonces, meditando me he dado cuenta de una serie de cosas. Yo sigo mucho los ritmos de la naturaleza y el calendario celta. Samhain, el Día de los Muertos, está cerca, es la semana que viene, a dos días de mi "Gran Cambio". Lo he visto muy claro. Una parte de mí muere, literalmente, para que el resto de mí pueda seguir viviendo, más ligera, más segura, más sana. Es otoño, cuando empieza la época del recogimiento y la recolecta... Estaré unos meses bastante tiempo en casa, de reposo, recuperándome, reconociéndome durante el invierno. El "Gran Cambio" es una operación. Me van a anestesiar para quitarme algo que ha estado siempre conmigo, una cuerda (aka "intestino", aunque queda más poético decir cuerda) que se corta para seguir adelante, un modo de cortar con el pasado, con quien fui. Es lo más cerca que estaré de la "muerte" hasta que muera, creo. Aunque cada vez que dormimos, es como una pequeña muerte de la que despertamos (hasta que dejamos de hacerlo, claro).

En fin, que he llegado a una serie de conclusiones que me han hecho sentir mejor con toda la situación, y no es que la llevara mal, porque vamos, si tiene solución ¿para qué preocuparse? Si me lo tienen que hacer sí o sí, ¿para qué darle más vueltas de las necesarias?

La cosa es que mientras estaba terminando de escribir este texto, por la noche, me llamó uno de los médicos para decirme que había algo que empezaba a hacer el tonto ahí dentro y que qué fecha tenía para operarme, cuando le dije que era la semana que viene se quedó más tranquilo. Era una de esas cosas que no quieres tener más tiempo del necesario dentro si es evitable. Y lo es.

Me considero una persona optimista y realista. Optimista porque siempre trato de mirar la parte buena de una situación, sea la que sea, y de tirar hacia adelante. Y realista porque he vivido suficientes situaciones como para saber que con ser optimista y pensar solo en lo mejor no lo es todo. Hay veces que por más que pongas de tu parte y te cuides o hagas todo lo que puedas, acaban pasando cosas inesperadas que preferirías que no ocurrieran nunca.

Prefiero que estas no me pillen de mucha sorpresa. Eso significa que sí, trato de sacar de una situación  lo mejor, pero sé que nada es para siempre, como decía la canción de la serie de Antena 3 de finales de los noventa, que en ocasiones suceden cosas que están fuera de nuestro control y que aunque nos molesten y no las queramos, pues están ahí como los mosquitos cojoneros del verano, así que es mejor disfrutar cada día, pero disfrutarlo de verdad, aunque no haya cosas especiales como cenas preciosas o viajes. Si estás vivo y estás bien, disfrútalo. Si estás en un buen momento en tu vida, aunque a veces te aburras, aunque vuelvas cansado del trabajo, aunque encuentres peros en tu vida, disfrútalos. La vida termina siempre súbitamente. No sirven los "pero parecía que estaba bien", "no se veía nada grave", "era una operación sencilla" o "quién lo iba a decir, aun era joven". No des por sentado que siempre tendrás tiempo para hacer algo que te gusta o que tienes ganas, porque el tiempo no es infinito. Tenemos el que tenemos y nos toca aprovecharlo lo mejor posible, con la gente y las cosas que hacer que nosotros decidamos, pero dejarlo correr es siempre un error.

Deja las preocupaciones vanas, los qué dirán, acércate a los que quieres y aléjate de las personas y situaciones tóxicas. Si hay algo que no te gusta, de verdad, CÁMBIALO, no pasa nada, hay muchas soluciones, aunque duelan los cambios o se haga cuesta arriba. Di que no, no te fuerces, o lánzate y di que sí a probar algo nuevo si te apetece. Disfruta, apasiónate, deja de pensar las cosas demasiado, es una pérdida de tiempo. VIVE, trata de ser feliz, porque aunque creas que la muerte es algo lejano, no lo es, nos acompaña desde que nacemos y la intentamos negar porque nos aterra, porque es un cambio que da miedo, porque tenemos miedo a estar solos, a dejar a los que amamos, porque cuando la ves cerca te paras a pensar en TODO lo que tienes por disfrutar y por hacer y no has hecho.
De vez en cuando se necesitan llamadas de atención.

Lógicamente, no quiero morir todavía y tampoco quiero preocupar a nadie, pero a veces pasan cosas. No quiero dejar esto como un "por si acaso", sino como una reflexión personal y muy íntima abierta a todos, especialmente a los que quiero y a quien se pase por aquí, aunque sea de chiripa.

No hace falta ir en plan "Mr Wonderful ©" por la vida, donde todo siempre es maravilloso y feliz y chachipiruli, porque pasan mierdas y te salpican, hablando en plata. Pero siempre puedes ponerle un lacito a la mierda y un poco de purpurina para que lo sea menos. Todo llega y todo pasa, incluso esto, incluso todos los que conozco, algún día ya no estarán.





Espero seguir estando durante mucho, mucho tiempo, pero si dejo de estarlo, me gustaría que se me recordara con una sonrisa por las muchas veces que he sido patosa, por los comentarios graciosos, por los chistes malos-malos que suelto... Por ser quien soy, vaya.

Hace años, muchos, estuve en un momento en que pensaba que si desaparecía no le iba a importar a mucha gente. Es un pensamiento triste y un momento aún más triste para que llegues a pensar algo así. Y ahora, veo la cantidad de gente que he ido "acumulando" a lo largo del tiempo, y son todo eso, gente estupenda y maravillosa (aunque pueda quedar cursi decirlo) y veo que están pendientes de mí, de mi estado, que les importo... y eso llena. Y es bonito. Y me siento muy agradecida.

He de decir que empecé a escribir esto hace dos semanas y mi intención era dejar el blog en automático para que lo colgara él solito el día de la operación. Pero al final se me pasó. Así que estos dos últimos párrafos los escribo el segundo día de estar en casa después de la operación, que fue incluso mejor de lo esperado y en que llevo desde hace casi una semana absolutamente anonadada por la cantidad de gente que se ha interesado por mi estado y ha estado pendiente de mí. De verdad, gracias. 

domingo, 16 de marzo de 2014

Estaba fregando los platos...

... y me he sentido feliz. Así, sin más.

La máquina a mi lado estaba batiendo la crema pastelera con la que voy a rellenar la masa brisa para hacer una tarta de fresas que más tarde llevaré a casa de mis padres (no entera, posiblemente me quede una parte).

Ha sido un poco como la magdalena del Sr. Proust. El olor a crema pastelera me ha llevado de vuelta a los 12 años, cuando la preparé por primera vez una mañana en que estaba sola en casa y no había nada que me apeteciera para desayunar. Justo cuando la estaba terminando de hacer, llegó mi madre y al verla, bajó a la panadería a por unos bollos dulces para poderlos rellenar.

Me he acordado de una entrada de una bloguera que sigo desde hace poco, a Biscayenne, que no solo pone recetas de cocina vasca tradicionales, sino que lleva a cabo una exhaustiva investigación por los nombres célebres de la gastronomía vascuence de antaño. Esta tarde había leído por enésima vez cómo se preparaba un Kounig Amann, una tarta-pan dulce hojaldrado bretón mantequilloso. En realidad es el que prepara Amélie al final de la película, pero en castellano la voz en off decía "mientras Amélie prepara su rico pastel de ciruelas" (al descubrirlo me sentí un poco engañada por los medios, a la vez que me decía que tendría que volver a verla en francés subtitulada). Y entonces escuché a Yann Tiersen de fondo. Hace tiempo que no lo escuchaba y...

Y el olor de la crema pastelera, Amélie, los platos, el detergente, la tarta de fresas, los amigos a los que vi ayer, la gente que estoy conociendo últimamente, Yann Tiersen, el rol de los jueves, los mimos de Nahia y mi vida en general, se ha condensado todo de repente y me ha hecho sentir feliz.

Después he pensado que como hay algunas nubes de tormenta en el horizonte, igual todo dejaba de ser como es ahora.

Pero, al fin y al cabo, ¿qué más da? En ese momento me sentía feliz y eso es algo que me queda para siempre. Un momentito sencillo de atesorar en un pequeño baúl de mi corazoncito metafórico.





Y ahora me vuelvo a terminar la tarta de fresas...

martes, 31 de diciembre de 2013

Bye old, hello new.

Sentarme a escribir en el blog siempre me parece un poco como enfrentarme a mí misma, a escuchar las cosas que tengo que decirme y que a veces no tengo ganas de escuchar, porque sé cuáles son. Y es duro. Es duro porque en ocasiones tienes que pretender no acordarte de ellas para poder seguir adelante. Y porque hay gente que aún me tiene en su feed y les aparezco en novedades cuando escribo algo nuevo o porque de vez en cuando entran en mi blog y lo leen. Y no me gusta preocupar a la gente, especialmente si no pueden hacer nada por echarme una mano.

He utilizado esto a lo largo de los años para escribir reflexiones, contar cosas que se me ocurrían y que pensaba que a nadie más les podía interesar, para dejar al mundo alguno de mis escritos, que no quedaran solo en una libreta o en el disco duro del ordenador, para reírme de las cosas... y en ocasiones hasta de mi diario. Aunque es raro escribir un diario que cualquier persona que llegue pueda leer (si bien también es raro que esa persona puedas ser tú mismo más adelante y leas las cosas que dijiste en determinado momento de tu vida).

Cuando termina el año siempre tiendo a hacer "balances" o dejarlo listo para el siguiente. Ni que fuera una contable. No sé qué tienen, pero adoro hacer listas y pensar en todo el tiempo que tienes delante para cumplir cosas, las posibilidades que te da el día de mañana. Es un símbolo, claramente. Mañana saldrá el sol como cada día, y habrá un nuevo amanecer, y se volverá a poner y volverá a salir. Solo que el 31 de diciembre marca un final y el 1 de enero es un comienzo. Son metas y comienzos importantes, porque tú mismo te marcas los límites, los finales y los comienzos... si no existieran los lunes y los domingos, los cambios de mes y de año, las fiestas especiales o los cumpleaños, sentiríamos cada día igual. A pesar que cada trae consigo nuevas oportunidades y posibilidades de hacer todo eso que te has dicho... pero parece que si no existe un final o una meta o el lugar donde empezar, todo continúa igual.

Este año creo que puedo decir que ha sido un año de mierda. No me ha gustado mucho, la verdad. He estado mal, anímicamente, emocionalmente. Me he caído una docena de veces o más y me he vuelto a levantar. A veces hasta me sorprendo de que lo siga haciendo. Ahora expreso más cosas de lo que hacía hace años, pero lo que llaman "la verdadera procesión" la sigo llevando por dentro, porque soy de las que prefiere contar que han estado mal una vez ha pasado. Porque a veces, si lo cuentas "durante", mientras lo estás pasando mal, te hundes. Por eso no escribo por aquí. Una de las cosas por las que estoy agradecida de este año es que mi madre, después de meses e incertidumbre, le detectaron un cáncer y pudo ser extraído a tiempo (muy justito, pero a tiempo) y no necesita tratamiento. Hay otros que no pueden decir lo mismo. Estoy agradecida por ello y por tener a gente cerca que de vez en cuando me hacen reír, aunque en el fondo me cueste, o me ayuden a desconectar a ratitos. Los que no preguntan, sino que se sientan a escuchar, y si quieres hablar, bien, y si no, también. No hay prisa.

Me he hecho una lista de cosas que quiero hacer este año, No "propósitos" en sí, sino pequeñas rutinas que quiero añadir a mi día a día, que creo que pueden aportarme algo a la larga.

El año que viene veré los que he logrado añadir.

Aunque mañana sea un día más y vuelva a salir el sol, necesito creer que hoy será un final, que mañana habrá cosas diferentes, que habrá cosas nuevas, que poco a poco me curaré por dentro y podré estar contenta, feliz, otra vez. Es trabajo personal. Será duro y tendré que tomar decisiones que dan miedo y no me gustan, pero tengo que creer que todo servirá para algo.

Feliz año NUEVO, seas quien seas que leas esto.

Esperanza creo que es lo que trae esta época, esperanza por los cambios, por que todo sea mejor.

Que la esperanza te dure mucho en 2014.

lunes, 21 de enero de 2013

Sueños, despedidas y cambios

He leído esta entrada de un blog que sigo desde el año pasado, and the pioneer life. Un blog de una familia danesa (¿o eran holandeses?) que se fueron a vivir  a los bosques de Suecia, siguiendo un sueño. Hablé de ellos en esta entrada que escribí el pasado abril.

En el post que han subido hoy hablaban de unos amigos que conocieron cuando fueron a los bosques, al principio, cuando construyeron la primera cabaña y eran una comunidad con otras personas... Se sintieron solos y se fueron ellos solos, la família de 6 miembros, junto a un lago. Los impulsadores de esa comunidad inicial venían a despedirse y en el texto Andrea ha dejado escritas estas palabras, que traduciré a continuación, porque... bueno, realmente no sé si es el momento para mí, que igual estoy sensible o porque lo siento en cada fibra de mi ser, estas palabras me han llegado muy profundamente y creo que hay que compartirlas.

When we said goodbye this morning we also said goodbye to the dreams. You can be a slave of dreams, you know. You can be a slave of ideals and you can be a slave of rigid notions about how you think the world should be. And it´s not.
It´s never what you want. Might be what you need though.
Smiley.
Everything changes. All the time.
This is the only mantra that I have. This is the only truth that I know.
Dreams change too.

Cuando nos despedimos esta mañana también dijimos adiós a los sueños. Puedes ser un esclavo de los sueños, ¿sabes? Puedes ser un esclavo de los ideales y puedes ser un esclavo de las nociones rígidas sobre cñomo crees que el mundo debería ser. Y no es así.
Nunca es lo que tú quieres que sea. Tal vez sea lo que tú necesites.
:)
Todo cambia. Continuamente.
Este es el único mantra que tengo. La única verdad que conozco.
Los sueños también cambian.

Me ha parecido estar escuchándome a mí misma, todo cambia, nada es permanente, incluso los sueños. ¿Cuántas cosas tenemos en la vida que son así porque nosotros mismos nos las impusimos? ¿Cuántos sueños dejaron de ser sueños, pero los seguimos persiguiendo por... costumbre o porque no nos hemos dado cuenta que ya no son nuestros sueños?

 

sábado, 15 de diciembre de 2012

Brisas de recuerdos

Así es como yo llamaría a esta sensación de cuando has tenido un sueño en el que ha sucedido algo importante, pero no recuerdas, y durante toda la mañana o todo el día (¿o toda la vida?) notas las sensaciones que has sentido en él o casi logras ver una imagen cuando no prestas atención... pero se desvanece tan rápido cuando te fijas en que está ahí, que existe.

Como una brisa invisible e imperceptible. Como cuando estás en el bosque y crees, es más, jurarías que te están mirando, pero te volteas y no hay nadie. Como perseguir un reflejo de la luna en la oscuridad. Siempre al alcance de la mano, nunca en ella.

El recuerdo de mi sueño está ahí. Y no lo alcanzo. La mente es tan increíble. Los sueños son tan increíbles.

El mundo de los sueños me fascina. Siempre lo ha hecho y lo hará. Es una tierra inexplorada, solo se han estudiado atisbos de su realidad. Es como el universo dentro de nuestra cabeza, de todos nosotros. Los sueños son la creación, Altjeringa, el Tiempo del Sueño (Dreamtime), el tiempo más allá del tiempo. Los aborígenes australianos lo supieron captar muy bien. 



The Dreamings made our Law.. This Law is our ceremonies, our songs, our stories; all of these things came from the Dreaming...These songs are sacred. 

 (Los Sueños hicieron nuestra Ley. Esta Ley son nuestras ceremonias, nuestras canciones, nuestras historias; todas estas cosas vinieron del Sueño... Estas canciones son sagradas.)

--Yanyuwa elder Mussolini Harvey, quoted in John Bradley’s Yanyuwa Country, 1988 



domingo, 9 de diciembre de 2012

Aprendiendo a disfrutar de los momentos

He ido notando una cosa a lo largo de los años, según voy creciendo (ganando años y experiencia): los momentos que pasas con los amigos o la gente a la que aprecias.

Cuando vas al instituto o a la universidad (hablo desde mi experiencia) te acabas "acostumbrando" a estar con estas personas más o menos habitualmente. Quedas una o dos veces a la semana fuera de las aulas, los fines de semana o de vez en cuando, es bastante fácil cuadrar un día para encontraros. Disfrutas de esos momentos al cien por cien, pero no siempre te das cuenta de que son algo momentáneo, que son únicos porque en el futuro será bastante difícil repetirlos con la misma asiduidad.

Conforme tú y tus amigos vais ganando responsabilidades de diversa índole (trabajos, estudios superiores, tiempo de pareja, familia, tiempo de familia de la pareja, obligaciones varias e incluso aficiones importantes) ves como se hace cada vez más complicado encontrar un hueco para reuniros todos y que os vaya bien. Es un poco triste porque sin duda querrías verlos más a menudo y disfrutar como en otros momentos.

Pero lo bueno es que aprendes a disfrutar de esos días de verles, esas horas y risas pasadas juntos las guardas con cuidado y mimo. Exprimes el tiempo al máximo y, aún exprimiéndolo todo lo exprimible -aunque ya no le quede jugo-, siempre queda el sabor agridulce de que se podría haber hecho más. No. No se podría haber hecho más; se podrían haber hecho otras cosas.

Al final te olvidas de sacar ninguna foto porque estás demasiado pendiente de reírte en ese momento que no recuerdas la cámara que tienes en la mochila o que el móvil sobre la mesa también hace buenas fotos. Y eso es bueno.



A veces nos sumergimos tanto en nuestra vida diaria que te paras un instante y te das cuenta de que ésa escapada de cinco días a Dublin de octubre de 2009 en el que conociste a dos amigos de tu pareja y jugásteis una partida de Little World fue hace tres años. O que anteayer hicimos la cena de Navidades en Bilbao con algunos amigos y ha pasado casi un año porque estáis preparando la de este año.
Y es bonito, porque a pesar de ver poco a estas personas -algunas de las cuales las veías mensualmente hace nada-, es como si el tiempo no pasara. Igual hace cinco meses que no os veis, un año, dos, pero las conversaciones y las risas se retoman en nada.

Estos días hemos tenido a un par de amigos por casa. Esta mañana, al volver de pasear a Nahia, me he encontrado que seguían durmiendo. TODOS. Era aburrido, porque además no podía acceder a algunas habitaciones de casa para hacer cosas de provecho (adelantar trabajo). Así que he cogido la comida de Nahia y me la he llevado a la terraza, a hacerla correr mientras le tiraba bolitas. Hacía un solecito muy agradable y me he sentado contra la pared. He cerrado los ojos y me he dejado llevar por el momento. He sentido paz. He sido capaz de disfrutar de un momento en el que supuestamente debería haber estado haciendo otra cosa y ser consciente de ello me ha llenado. Es una tontería, pero ha sido una de esas pequeñas cosas que después recuerdas.

Y para terminar, os dejo con una entrada de OyeDeb! muy interesante: la importancia de ser vaga. Vamos, de disfrutar de pausas, de momentos, de divertirse, de descansar o de hacer otras cosas aunque en ese momento no tocara hacerlas... para recargar pilas. Porque no somos máquinas y necesitamos momentos de recuperación, distracción, dar rienda suelta a la creatividad, soñar y reír con alguien en otro lugar.

La libertad empieza en la mente de cada uno. (del artículo de OyeDeb!)

PD: Las imágenes son MÍAS. Si las quieres para utilizarlas en algún lugar, pídeme permiso primero :). Están hechas en la Selva de Irati, Navarra, el 1 de diciembre de 2012. Me apetecía compartirlas con los pocos que os seguís pasando por aquí :).

sábado, 3 de noviembre de 2012

Dibujarnos a nosotros mismos


Hace muchos años, creo que siete u ocho, leí un artículo en una revista que se me quedó muy marcado. Era sobre cómo éramos en ese momento y cómo queríamos llegar a ser. Entre otras cosas proponían hacer un dibujo de cómo querías ser (o verte) dentro de unos años.

El dibujo creo que sigue por casa de mis padres, pero recuerdo muy bien qué hice.

Me dibujé a mi misma, con ropa hippie (camisa larga y vaporosa de color azul y pantalones anchos, con muchos collares). Estaba apoyada junto a una mochila: estaba en mi época de "quiero viajar, quiero ver mundo, quiero verlo todo", imaginándome al dibujarlo que estaba en algún lugar de la India; uno de mis sueños en ésa época era ser viajera, coger ese billete de avión que te permite viajar hacia todos los países que quieras, siempre que sea hacia la izquierda o la derecha, sin poder volver atrás. Llevaba mi perro conmigo. El que dibujé era Llamp, pero podría ser Nahia. Llevaba una flauta y una guitarra. Trace unos rasgos de un hombre a mi lado, sin rostro, que para mí significaba que no estaba sola, podía ser mi actual pareja (la misma que entonces), o no. Recuerdo la cámara de fotos (estaba empezando a trastear con la fotografía) y en la mochila o algún lugar, había un referente a la escritura. 

Hace ocho años recuperé el contacto con el que es ahora un gran amigo. Me presentó a su novia de entonces y fuimos muy buenas amigas. Ahora estamos desconectadas; a veces la gente se aparta y se reúne más adelante. Admiraba a esa chica y me encantaba porque era muchas de las cosas que yo quería ser.

Una de ellas, la que más me fascinaba era la extraña habilidad de hablar con gente extraña que le parecía interesante, como si fueran viejos amigos que se reencuentran. Si encontraba un artesano por la calle y le gustaban sus collares, le preguntaría de dónde era, cómo hacía los collares, hacia dónde iba... Todo con sonrisas y sin cortes.

Hace ocho años yo era muy pero que muy tímida. Creo que lo sigo siendo en el fondo, pero he descubierto el placer de conocer gente afín. Ya no me da miedo mostrarme tal y como soy, con mis defectos y mis virtudes. Pocos son los que me llegan a conocer profundamente, de verdad. Porque cuando se me conoce de corazón, no son necesarias las palabras. Las miradas y silencios bastan. Pero lo que encuentras allí, posiblemente sea lo mismo que viste al principio. 

Me voy por las ramas.

Estoy contenta porque, poco a poco, he logrado ser hacia lo que quería. Por supuesto, muchas cosas han cambiado: ya no es Llamp, es Nahia. Ahora no toco la guitarra y no he apostado tan fuerte por la fotografía. Me encanta viajar y, aunque ahora estoy en una temporada de quedarme por casa, puedo decir que he hecho varias escapadas maravillosas. Más adelante, haré más. Si hace unos años me hubiera conocido a mí misma, el cómo sería, creo que me hubiera puesto en un pedestal y hubiera dicho: cómo molas. Hago lo que me gusta; sí, trabajo más horas que una burra y necesito tomarme una pausa y respirar, pero me gusta lo que hago, me gusta dónde estoy y cómo estoy. Cambiaría pequeñas cosas, pero no lo fundamental. Soy feliz. Vivo en una casa vieja y minúscula pintada de verde, con muebles reutilizados y llena de libros, postales de lugares, ilustraciones y cachivaches varios. Si me dieran a elegir, sólo cambiaría la ubicación de la casa: en un bosque y que tuviera terreno o jardín para cultivar, pero que mis amigos y familiares estuvieran mínimo a la misma distancia que están ahora (si hubiera menos distancia en algunos casos, mejor).

Estos instantes de paz, de felicidad, de disfrutar el momento hagas lo que hagas, son lo mejor. Hay momentos que abro los ojos y siento que "aquí, ahora" es lo que quería ser algún día. Quería ser lo que soy.

Pronto querré dibujarme de nuevo. Esta vez añadiré muchas plantitas en mi casa, remedios naturales y ecología. Viajes, sí, pero eso será un además. Me di cuenta que mi etapa de "viajera", además de querer ver el mundo, era escapar de una vida que no me gustaba, de la monotonía, de la jaula que sentía que me habían impuesto, de la vida que todo el mundo quería pero yo no. He aprendido cosas. He aprendido que la vida te la montas tú mismo y puedes hacer con ella lo que quieras, "ensalada de pollo o mierda de pollo". El pollo está ahí, tú verás como lo aliñas. 

Es una lección sencilla pero muy difícil de aprender. Tanto, que a veces me hago un lío y un día, en vez de comer ensalada de pollo, me enredo con los ingredientes y me como mierda de pollo. Suerte que es solo un día. La vida no es facil. Y si esperas que alguien o algo llegue y te lo solucione, morirás esperando y nada cambiará. 

No me considero una de esas personas que van supercontentísimas siempre, donde todo es maravilloso y el amor todo lo cura. Sí, todo es maravilloso, pero hay que saberlo ver. El sol sale cada mañana y ¿cuántas veces vemos amanecer, disfrutándolo? ¿Cuántas veces respiramos la atmósfera limpia cuando acaba de llover? Si estás mal, todo esto se vuelve invisible. El entorno perdura, nosotros no. Todo eso seguirá estando, lo experimentemos o no. Todo seguirá estando cuando nosotros ya hayamos sido olvidados.

En mi próximo dibujo habré hecho pequeños arreglos a la ropa que llevo, para hacerla más mía, más yo. Estaré más rodeada de naturaleza. Tendré pasteles hechos y una casa de campo con aroma a pastel de calabaza. Habrá té preparado porque tendré visita de algunos grandes amigos. Iré a por los huevos de mis gallinas y a corretear con mi perro por el bosque. ¿Niños? No me lo planteo, por ahora. Disfruto de mi momento.Sé que para este dibujo no se necesitarán 5 o 10 años. Puede que necesite 20. Pero lo importante no es cuándo, sino el quién y el cómo. Quién eres, con Quién estás, Cómo eres, Cómo estas.

El año pasado conocí una señora, la madre de una chica con la que hablo a veces. Estaba contentísima: por fin, después de mucho tiempo, tenía su propia casa en un pueblo, reformada. Su casa antigua. Su casa ideal. Y creo que tiene cincuenta y muchos o sesenta años. Pero lo tiene. Poco a poco, se forma el sendero y te acaba llevando... a veces no es a donde querías, sino donde te conviene.

Últimamente no paro de conocer a gente interesante y hace que me sienta muy, muy afortunada. Mi novio me ha dicho más de una vez que "con qué facilidad se te hace feliz/reír/contenta". Es por los detalles. Me hace feliz ver a alguien que quiero, pasar un rato agradable, leer calentita tomando un té, quedarme en la cama en silencio sabiendo que no hay nada urgente (eso hace tiempo que no lo puedo hacer hago), una pequeña sorpresa, un gesto...

Canción descubierta la semana pasada gracias a alguien nuevo en mi vida.

sábado, 6 de octubre de 2012

Dioses y mortales

He leído un libro hace poco que me ha parecido una delicia.

Es del autor de El Juego de Ender, Orson Scott Card.

La novela en cuestión se llama La Puerta Oculta.

Mi pareja me entregó el libro en junio, mientras estábamos en la librería Gigamesh, de Barcelona. Dijo que era de mi estilo, que el autor era el del Juego de Ender, que me había gustado, ¿no?

Hice lo que hago siempre. Miré el libro. Leí la sinopsis. Leí las primeras líneas. Abrí una página al azar y también leí un trocito. 

Por supuesto, la historia tiene que entrarme, tengo que encontrarla interesante. Pero también es igual de importante el cómo está contada. Necesito libros bien desarrollados. Si la premisa es buena pero no está bien narrada... Bueno, es como si leyera un libro sobre la sinopsis de una historia. Como si me contaran en 300 páginas de qué iba la historia, sin ahondar lo suficiente en los personajes y los hechos.

El libro me gustó y lo compré adopté. Cada vez estoy más convencida que los libros no llaman a la gente porque sí. La gente no los escoge. Son ellos quienes escogen según las historias que contengan. 

Ha estado buena parte del verano en una estanteria, a la vista. Esperando a que volviera a abrirlo desde el primer intento de lectura, un día, en el trabajo.

Mi pareja lo raptó primero y lo leyó.

Dijo que era bueno. Muy bueno.

Poco después, una noche, estando resfriada, me hice una infusión de miel y limón, me tumbé en el sofá con una manta y empecé a devorarlo.

En el libro aparece algo que ya he leído otras veces de la mano de Neil Gaiman, por ejemplo, y de otros autores que he recordado cuando he tenido la idea de escribir esta entrada y que no recuerdo ahora.

Aparecen dioses, en el mundo de los humanos. Igual que "Percy Jackson y el Ladrón del Rayo" y los libros de esa serie (solo vi la película). 

Los dioses ya no tienen el poder de antaño, por unos motivos u otros, y viven entre nosotros. Bien porque siempre fue así o porque les ha tocado. Dependiendo de la historia. Incluso en algunos relatos cortos que escribí hay dioses. 

Y me ha llevado a pensar que no puede ser del todo casualidad. El concepto de que siguen ahí, que los hemos olvidado pero que quieren que sepamos que están presentes es lo que me llama la atención.

Tantos dioses desde la antigüedad, tantas famílias, tantos dramas, tantas migraciones y cambios de conceptos que les afectaron, los cambios de sociedad, de tradiciones, de conquistas y supremacía de una raza sobre otra; de un panteón sobre otro; de mezclas, de dioses que nacieron del mismo concepto y mutaron o evolucionaron...

Y si, al igual que en la antigua Grecia, las musas sirvieran de inspiración a los poetas y cantantes, ahora las esencias de lo que queda de los antiguos dioses, ahora que están tan lejos, que con la modernidad y la ciencia, nos alejemos cada vez más de lo desconocido y temido y le apliquemos explicaciones racionales y científicas, esto fuera una llamada de ayuda? ¿Un recordatorio? ¿Un "seguimos aquí" subconsciente?

Los cuentos, inexplicablemente, también están muy presentes. Desde hace poco más de diez años están "de moda" y cada vez más está degenerando su esencia, la verdad oculta que portaban casi inmutable desde siempre si leías entre líneas; las enseñanzas.

Los dioses fueron callados, se cambiaron tríades por cruces, sacrificios de ahorcados y ahogados por misas de agua-vino y pan-carne. Se convirtieron en demonios y hadas. Y parece que ahora quieren que les recordemos cómo eran o nos presentan nuevos puntos de vista de cómo son en verdad.

sábado, 4 de febrero de 2012

Muertes.


¿Cómo sería el mundo si ya no estuviéramos en él?
Me gustaría pensar que si yo no estuviera en el mundo, si muriera, se notaría. Quiero decir, que la pequeña diferencia que marco, se notaría.
Lo triste y grande a la vez, es que no, no se notaría nada a gran escala. Somos inmensamente pequeños y miles de personas mueren cada día y nuestras vidas son iguales. No les notamos en falta, excepto si son alguien que conocemos.
¿Alguna vez habéis pensado en que tal vez no habéis conocido un amigo o amiga porque se ha muerto? Yo sí. Cuando recién cumplidos los dieciséis conocí a una chica, con la que rápidamente conectamos y nos hicimos grandes amgias, a pesar de lo diferentes que éramos, y me contó que un par de años antes había tenido un accidente de tráfico (un coche se la llevó por delante)... Le faltó un tris de morir. De hecho, los de la ambulancia pensaron que estaba muerta. 
Y yo pensé en que... qué fuerte. Una persona que ahora es muy importante para mi casi muere. Casi no la llego a conocer. Casi no conozco a su hermana. Casi no conozco a mi pareja porque su hermana no se equivocó al añadirme en una conversación de MSN hace nueve años. Cuantos casi juntos, ¿verdad?

Si nos paramos a pensar, nuestra vida actual es casi un puñetero compendio de malabarismos, lleno de posibilidades y situaciones que cambian a cada instante.
Lo que hacemos, dejamos de hacer, pensamos o simplemente no hacemos nos marca de tal manera que cuando te paras a pensar un poquito, da hasta vértigo.
Ahora mismo soy incapaz de imaginarme dónde estaría ahora mismo si en otros momentos hubiera decidido hacer otra cosa. Es cierto que hay acontecimientos y decisiones en nuestra vida que nos marcan el futuro. Grandes decisiones. Pero esas son las fáciles, porque nos damos cuenta, porque son grandes porque "eh, eso es una montaña de las grandotas". Las pequeñas, las del día a día, las de: "hoy me haré una tortilla para cenar" o "sacaré a pasear al perro a las 15:31 en vez de a las 16:49", ésas, sin duda, son las que marcan la diferencia.

Cuando en 2010 tuve un accidente de tráfico, cuando pensé que posiblemente la palmaría o quedaría bastante afectada, no pensé en mi família, en mi perro, en mis amigos, en mi pareja ni en planes de futuro.  Tampoco me pasó mi vida por delante. Recuerdo claramente que pensé: No me jodas.


jueves, 2 de febrero de 2012

Echar de menos



Echamos de menos a personas, que están, que se fueron, que se marcharon o que están contigo, pero a la vez no están.
Echamos de menos olores, sabores, lugares, sonidos...
Echamos de menos cosas que no sabemos que nos faltan hasta que ha pasado mucho tiempo y las notas. Como cuando, conscientemente dejas de respirar y, de repente, tu cuerpo toma una bocanada de aire y recuerdas que hace varios segundos que no respirabas.
Echamos de menos cuando hay algo que tenemos ahora que no termina de llenar un vacío de algo o de alguien que estaba antes. Y es que parece que no entendamos que los vacíos que se nos quedan, nada ni nadie más que lo que/quien ha dejado el vacío puede llenarlo. Pero no, siempre tratamos de llenarlo con cosas. Mantenemos la mente ocupada trabajando, leyendo, mirando la tele... Haciendo cualquier cosa por alejarnos del aquí y el ahora. Tratamos de no escucharnos a nosotros mismos porque, para el día a día es más fácil seguir así. 
Porque, ¿cuándo nos viene bien una charla de esas de "tenemos que hablar" contigo mismo? De esas de ¿se puede saber qué estás haciendo? Si hay algo que no te gusta, cámbialo. Si te gusta, quédatelo. Y si no te gusta y no se puede cambiar, o lo aceptas o te vas. Hay miles de opciones. Las tenemos todas y, aún así, nos da pereza, miedo o mil y una cosas, sentarnos a hablar con nosotros mismos.
Y entonces te levantas un día y te das cuenta de todo lo que echas de menos. Que ojo, lo que tienes ahora está muy bien. Pero, ¿ves? no es lo de antes. Es distinto.
Creo que necesito un descanso. Estoy en plena carrera de fondo y no puedo parar, aunque lo necesito. 
Hay momentos en que me siento como una actriz-directora de cine, que estoy viendo la película a la vez que actúo. Es raro. Me gustaría solamente actuar y no ver la película. 
Echo de menos algo que tuve una vez y aprecié mucho, pero que ahora, al buscarlo, ya no lo encuentro, a pesar de que está conmigo.
Echo de menos respuestas. Echo de menos la respuesta a una carta que envié, a corazón abierto. Las frases a medioacabar, a veces son bonitas, pero los puntos suspensivos al final de un capítulo, no. 
¿Me estoy desahogando? Creo que sí. Lo necesito un poco. Mañana será otro día, estaré menos cansada y todo tendrá otro aire. 
Mientras, escribo y miro una perrita que hace poco que ha encontrado un nuevo hogar, donde ya no pasa hambre ni frío, donde recibe carícias y amor, donde cada día se extraña de algo y aprende una cosa nueva.


martes, 29 de noviembre de 2011

Espero que sigamos igual que éramos




He entrado en el viejo foro de Jóvenes Escritores. Lo creamos unos cuantos amigos, impulsados por Gasgi.

Me he encontrado con el comentario que una chica me dejó en 2008 sobre uno de los relatos (El Mercado, en concreto, que forma parte de ese proyecto mío que llevo desde 2007 pero que no escribo apenas desde 2009-2010. El que va a ser el GRAN proyecto un día.). Le había gustado y empezaba diciendo "No sé si vas a leer este comentario", para a continuación, dejarme su opinión personal (favorable).

Es tan sencillo que me ha parecido precioso y romántico. Es como encontrar una botella con mensaje en una playa.

He recordado la época en la que participábamos en Jóvenes Escritores. Éramos unos cuantos a los que se nos daba medianamente bien la escritura y nos gustaba escribir, le podíamos sacar ratos. Escribíamos y comentábamos lo que escribían el resto. Opiniones, consejos, risas, un poco de todo. Unos más que otros teníamos esperanzas puestas en ello. Esperanzas de algún día... Teníamos 20 años. Todos, menos alguno. Estábamos en plena carrera, algunos en derecho, otros filologías, psicología... geología ... Las épocas de exámenes se notaban mucho. Apenas entrábamos y dejábamos señales de vida.

Poco a poco fuimos creciendo. Y las responsabilidades con nosotros. Tocó ponerse en serio con la universidad.Y, también poco a poco, el foro fue quedando abandonado.

¿Murió?

No. 

Un foro público es un alma un poco viva y siempre habrá Jóvenes Escritores con ansias y sueños de ser escritores... así que, mientras eso dure e internet siga en pie, seguirá vivo.

En ése foro está mi yo de 20-21 años. Igual que está en este blog si te pones a bucear entre los archivos. (Es un poco como cuando tu madre saca los álbumes de fotos a los desconocidos. Vamos, digo yo. La mía nunca lo ha hecho).

Pues... he recordado los sueños, las ganas de comerse el mundo... el creerte que te lo vas a comer y que todo es posible.

Cinco, seis años más tarde, sigo aquí. Me gusta pensar que he aprendido cosas, unas a buenas y otras a palos, como la vida misma.

Si hay algo que creo que he aprendido es que si vas con ganas de merendarte el mundo, él se te comerá primero. Con menú de patatas, ensalada y postre.

Pero también he aprendido a no abandonar los sueños, a perseguirlos, a moldearlos. No hace falta encabezonarse con ése boceto que tuviste hace diez años. Los bocetos son para tener en cuenta dónde van a ir las líneas principales. Hace falta tener un buen boceto de base para hacer un bonito dibujo, pero lo que se ve al final es el acabado (Las horas y años que te has metido para lograrlo a veces quedan en segundo plano).

¿Sigo siendo como entonces? Un poco, sí. Y siempre lo seré, porque fuí yo, está claro. ¿Sigo teniendo sueños? Sí, y que no se me terminen. 

¿Sigo queriendo ser escritora? Sí. Simple y claramente. No sé si algún día me publicarán algo o me autopublicaré yo. Ni si quiera sé si terminaré mi gran proyecto. O el otro gran proyecto que no sé mucho cómo va, pero que ahí está. Del primero tengo unas cincuenta páginas escritas en word. Del segundo, algunos capítulos sueltos. Y del tercero (¡sí! ¡hay un tercero!) otras cuarenta.

¿Lo más divertido de todo? 

Empecé con el primero en 2003. Seguí individualmente, escribiendo historias cortas. Hasta que me dí cuenta de que se entrelazaban. Todo cuadraba. Y si leo algunas de las cosas de entonces, veo tan claramente a Neil Gaiman... Tanto.

¿Quién sabe dónde terminará todo esto? ¿Cómo terminaré yo?

Lo importante, es que en el fondo soy y seguiré siendo soñadora. Y los soñadores tienen alma creativa... A veces de escritor, porque saben navegar en la imaginación.

Estoy demasiado centrada en el mundo de la materia y apenas me pongo a escribir. Pero cuando  lo hago (a parte de soltar tochos como este) veo que me sumerjo en lo que sea.

Lo echo de menos y tengo que encontrar huecos para hacerlo, pero no sé cómo.

lunes, 24 de octubre de 2011

Vida.



Sigo aquí, a pesar de que hace poco dije que escribiría más... Trataré de hacerlo, aunque solo sea para poner frases bonitas o música XD

Estoy contenta. Más que contenta, feliz. Satisfecha. La vida no es perfecta, ni mucho menos. Pero estoy en un mmento en que me gusta estar donde estoy y si pudiera hacer que, de alguna manera, todo pudiera continuar con una dinámica parecida, tal vez lo haría. (Digo tal vez porque no sé dónde me llevará ésta dinámica).

¿Sabéis qué me haría ilusión? Ir a ver una obra de Shakespeare en inglés. Nunca he visto una en directo. Y es algo que hace unas semanas me di cuenta de que me hacía especial ilusión. Mi obra favorita es Noche de Reyes (the Twelfth Night). La vi en película cuando tenía unos 16 o 17 años y me encantó. Pero mucho, mucho. Creo que es mi obra favorita de Shakespeare. Incluso más que El Sueño de una Noche de Verano. Recuerdo que en tercero de carrera hicimos un trabajo sobre ella... cómo lo disfruté. Muchísimo. Y el profe nos puso la misma versión de Noche de Reyes que había visto yo hacía años... Me encantó. Tendría que leerme La Tempestad. tengo especial curiosidad desde hace años y aún no sé por qué no la he leido. Y Hamlet. 

De hecho, tal vez, cuando termine con algunas lecturas empiezo a hacer un particular ciclo shakespeariano.


Desde hace años, que he ido utilizando intermitentemente esta imagen de Miranda (La Tempestad), pintada por mi adorado Waterhouse.
Pues bien... hace tiempo vi esta imagen o este texto en algún lugar y me gustó. Luego ya no sabía dónde estaba y lo olvidé. Afortunadamente, lo he logrado reencontrar. Aquí os lo dejo. Vale la pena... :)




"Esta es tu VIDA. Haz lo que ames, y hazlo a menudo. Si no te gusta algo, cámbialo. Si no te gusta tu trabajo, déjalo. Si no tienes suficiente tiempo, deja de mirar la televisión. Si estás buscando el amor de tu vida, déjalo; el amor te esperará cuando empieces a hacer cosas que amas. Deja de sobreanalizar, todas las emociones son bellas. La vida es simple. Cuando comas, aprecia cada bocado. Abre tu mente, brazos y el corazón a cosas nuevas y a gente, estamos unidos en nuestras diferencias. Pregunta a la próxima persona que ves cuál es su pasión y comparte el sueño que te inspira con ellos. Viaja a menudo; perderte te ayudará a encontrarte a ti mismo. Algunas oportunidades solo vienen una vez, agárralas. La vida es sobre la gente que conoces y las cosas que creas con ellos, así que sal fuera y empieza a crear. LA VIDA ES CORTA. Vive tu sueño y comparte tu pasión."


 



jueves, 15 de septiembre de 2011

Season's finale



Curiosamente hay días en que parece que sean el capítulo final de temporada de una serie. O el capítulo final de una serie. Días en que te encuentras con algunas personas en particular, o mantienes algunas charlas relevantes o que pasa algo grande o importante para ti. Cuando tienes la sensación de que una serie de clímax se han juntado todos a la vez. Y si encima eres un poco friki como lo soy yo... Piensas en si pronto vas a estrenar una nueva temporada o es que esta serie termina y empieza otra. 

A veces pongo banda sonora a algunos momentos de mi vida. A veces lo hago físicamente (pongo un cd, mp3, música en el coche), otras es mentalmente. Me sigue pareciendo curioso cómo los sonidos o los sabores pueden esconder memorias.

Por ejemplo, los palotes de fresa saben a "volver de la playa una tarde de verano", en concreto, "volver de la playa una tarde de verano cuando tenía 5 años junto a mis primos mayores, mi tía (y posiblemente mi madre y mi abuela)".

Una canción de Yann Tiersen, de la banda sonora de Amélie, me recuerda a leer un libro sobre el que escribí una entrada en 2007 o 2008. Eran cuentos cortos para el invierno o algo parecido, de un autor del este de Europa, a un momento perfecto mirando por la ventana y a mirar las copas de los árboles en un coche en marcha yendo de excursión con unos amigos que ya no están juntos.

Esta tarde una amiga me ha puesto una canción (que es una de "nuestras" canciones) en mi muro de Facebook. Esa canción significa "primera vez en su casa de Zaragoza, mientras miro una figura de un duende colgado de una ventana y escucho y entiendo la letra de la canción".

Como iba diciendo, hay finales de temporada y finales de temporada. Hay series que tienen finales sosos. Hay otras que los finales son fuegos artificiales y los recuerdas de por vida. Six Feet Under me hizo llorar.

Me gustaría que el final de mi serie fuera como estos y que los espectadores pensaran lo mucho que valía la pena haberse quedado hasta el final.

Espero no dejar para los últimos capítulos las charlas que faltan y los te aprecio mucho a la gente. Las series suelen tener las temporadas contadas y más o menos saben cuando van a terminar. Nosotros no somos una serie. Vale la pena decir las cosas importantes más a menudo y no darlas por supuesto, que lo hacemos demasiado.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Sueños cumplidos que siguen siendo sueños




No me entretendré mucho por aquí. Hoy. No me entretendré mañana, pero sí en unos pocos días.

Este verano la vida ha dado un vuelco más y ha sido curioso, impactante, arrollador y me ha dejado bastante cambiada.

A principios de verano, una conversación trajo un cambio muy grande, el de casa. Vuelvo a la casa donde viví muy felizmente los primeros ocho años de mi vida. Hasta entonces fue con mis padres, esta vez será con mi pareja.

Pasaron las semanas, los reencuentros con personas queridas, las despedidas con promesas de "hasta pronto", las horas en el pequeño despachito de la comisaría. Un día, mi pareja, me envió un link y me dijo que les enviara un correo. Tal vez ahora no necesiten traductora, pero tal vez para más adelante...

Escribí.


Y no contestaron.

Absorta otra vez en el horario laboral, uno de los días que tenía libre, miré el correo electrónico. Había una respuesta positiva. Si me conocéis, sabéis que soy muy efusiva a veces y, para las grandes alegrías, parece que mi cuerpo no baste para contenerlas. Dos docenas de saltitos compaginados con el ritmo de ¡sí! ¡sí! ¡sí! por el comedor después, me di un golpe contra un mueble. Seguí dando saltitos de alegría, pero diciendo ¡au! ¡au! ¡au!

Era feliz.

Después vinieron muchos emails, conversaciones, muchas horas y turnos largos en la comisaría, unos días de escapada (sin desconectar) con nervios afincados en el estómago, más turnos largos y la continuación de las traducciones.

Y aquí me hallo. A dos días de subir y bajar muebles, apunto de tocar el interruptor del cambio. No me daré cuenta y estaré llevando el resto de libros, el ordenador, mi caos y nervios habituales... Y ya no estaré escribiendo por las noches donde estoy ahora.

Lo dicho, cambios, sueños... Que no nos falten en la vida. Y si un sueño termina, que sea para que otros dos vuelvan a empezar.

Hay momentos en que me parece vivir mi propio sueño. Y lejos de pensar que qué pena, que ha terminado... Pienso que qué bien, por haberlo soñado, por estarlo viviendo y porque ha empezado. Este sueño no ha hecho más que empezar y no tiene pinta de que vaya a terminar pronto, una vez lo has probado y te das cuenta de que sí, te gusta.

miércoles, 29 de junio de 2011

Six feet under


Estoy volviendo a ver esta serie, conocida en españa bajo el título "A Dos Metros Bajo Tierra". Sigue gustándome tanto como la primera vez. Es una serie a la que no a todos les gusta. Se trata demasiado la muerte. A mi me encanta. (No de un modo morboso, claro). Soy de la opinión que cuanto menos miedo le tengas a la muerte, mejor vas a vivir. (Básicamente, porque es algo que tarde o temprano nos llega; a veces es más temprano que tarde, y pasar aterrorizado y con miedo a un tránsito que vas a pasar sí o sí sin saber cuando... pues como que no). 

En un capítulo de la segunda temporada hay un funeral de moteros. Me encanta. Hace unos meses estuve hablando con unos amigos de cómo nos gustaría que fuera nuestro funeral. Escogí la opción de fiestuki montada en mi honor, con comida, bebida, compartiendo anécdotas y locuras con amigos y familiares... y con música, claro. Creo que dije un par de canciones que me gustarían que estuvieran...

Y hoy, viendo la serie he oído que decían "esta era la canción favorita de Fulanito"... y todos brindaban.

Yo no tengo una canción favorita. Cada canción significa algo para mi: un sentimiento, una experiencia, una persona, un momento...

Así que me he puesto a hacer una lista de canciones. Creo que si las pusieran sería la mezcla más rara que han oído jamás: celta, rock, heavy, trash metal, bandas sonoras, rock catalán, musicales... me falta la clásica, que tengo unas piezas muy concretas y tengo que mirar los titulos. (no me los sé de memoria cuando empezamos con Suite opertura nosequé de tal'... bah! Solo recuerdo un par de ellas: The Firebird... Cuadros de una exposición (Mussorgski), El lago de los cisnes, Scherezade... y alguna más...).



domingo, 5 de junio de 2011

There and back again. Nosotros: creadores y destructores de nosotros mismos.


Es verano, y por tanto, al igual que desde 2009, vuelvo a trabajar unos meses en una comisaría de intérprete. Me sigue gustando. Lo más gracioso es que en ella todo sigue exactamente igual que la primera vez que vine. El plato hondo en un rincón de la cocina, los sistemas políticos de los seres evolucionados de la nevera... (Creo que hace poco eligieron un nuevo alcalde, pero no estoy segura...).

Hoy he llegado un poco dormida. Decir un poco es como decir que el Atlántico es un vaso de agua. He estado operando en modo automático satisfactoriamente desde que me he levantado hasta las 11 y algo. Tres horas y media para despertarme por completo. Vamos mejorando, Inanna, felicidades.

Pues bueno... me he puesto a leer un rato el libro que me autorregalé la semana pasada. En realidad fueron dos, uno es ECOCHIC, del que hablaré otro día, y el que hoy nos interesa: Inocencia Radical de Elsa Punset (sí, la hija de Eduard Punset). Quería compartir un par de párrafos que me han gustado especialmente de la introducción. Estoy segura de que más adelante encontraré otras cosas dignas de recordar. Por ello, lo voy subrayando. Creo que la ocasión lo merece. Aunque sea cosas que ya sepamos, pero que no viene mal que nos las recuerden de vez en cuando.

"Por una parte somos tan flexibles y sutiles que creamos, soñamos e inventamos. Por otra, somos propensos a viajar en el tiempo, a presentir y a temer. Las mismas capacidades que sirven para la creatividad pueden atarnos de pies y manos a lealtades trasnochadas y miedos inventados. (...)
No sólo arrastramos un código desfasado y grabado a sangre y fuego. La mirada humana se fija, sobre todo, en las aristas de la vida diaria. Amplificamos los peligros, revivimos las ausencias, lamentamos las carencias. Perdemos la perspectiva. Nos centramos en los obstáculos, en las voces quejumbrosas de quienes nos acompañan en este breve viaje a quién sabe dónde, empeñados en acumular dudosas certezas y confortantes riquezas.
(...) El colmo del cerebro humano es que consiga mentirse tan bien a sí mismo: suavizamos las verdades crudas de la vida, ignoramos aquello y aquellos que conviene ni ver ni escuchar, minimizamos los deseos incomodos o conflictivos. (...) Detrás de cada conciencia acecha un territorio extenso en el que se pueden esconder los miedos y las vergüenzas, las justificaciones y los autoengaños, (...) porque allí, casi siempre, es donde vivimos, sentimos y decidimos sin saber por qué ni cómo.
(...) El problema yace más bien en el poco tiempo que dedcamos a la comprensión de quiénes somos. (...) Sin duda, uno de los grandes cambios osicalesque se avecina responde a la necesidad y a la certeza, que están empezandoa calar en la sociedad, de que así como nos pueden enseñar a odiar y a temer, también, y de forma urgente, necesitamos que nos enseñen a sacar partido, deliberadamente, a la enorme capacidad que tenemos para amar y para crear."

He leido una veintena o treintena de páginas, pero por ahora está muy bien y lo recomiendo :).

jueves, 3 de febrero de 2011

Dreamer



Los soñadores tenemos el poder de crear. Que construyamos o hagamos lo que hemos soñado, sólo depende de nosotros mismos.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Montañas


A veces, cuando andamos, miramos al suelo para no caer. Nos da tanto miedo caer que hasta nos olvidamos de hacia dónde íbamos. Empezamos a andar, sin importar hacia dónde, sólo andar. Y cuando miras a tu alrededor y no ves nada conocido, piensas "¿cómo he llegado hasta aquí? Me he perdido. Estoy perdido".

Cuando subimos una montaña, si conseguimos no perdernos al andar ni mirar excesivamente a nuestros pies, vemos el gran trecho que nos falta para llegar a lo alto. A veces es conveniente parar un rato, darse un respiro y mirar todo lo que has andado, que es mucho. Aun te falta para hacer cima en la montaña, pero ya es menos de lo que había cuando empezaste.

A veces es conveniente mirar hacia abajo para mirarlo y darnos ánimos.

Vale la pena aprovechar el tiempo. Tempus fugit y nunca vuelve.

Lo que nosotros no hagamos, lo hará otro. Lo que no disfrutemos, lo hará otro. Las veces que no nos riamos, las hará otro. Ése otro lo hará todo igualmente, tanto si tú lo haces como si no. Así que... ¿no es mejor hacerlo? Seguir andando, mirar hacia adelante, descansar y continuar... aprovechar lo que nos han dado y disfrutar mientras continuamos nuestro camino.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Arrebujarse



Es una palabra bonita, ¿verdad?

arrebujar.
(De rebujo1).
1. tr. Coger mal y sin orden alguna cosa flexible, como la ropa, un lienzo, etc.
2. tr. Cubrir bien y envolver con la ropa de la cama, arrimándola al cuerpo, o con alguna prenda de vestir de bastante amplitud, como una capa, un mantón, etc. U. m. c. prnl.
3. tr. Reburujar, revolver, enredar. U. m. c. prnl.

Me gusta arrebujarme entre las mantas y las batas al volver de la calle helada, tomar un té calentito, con un libro en la mano o algo agradable que hacer y una infusión calentita o un té. Es lo mejor. Me encanta el otoño y el invierno para poder arrebujarme en el calor del hogar y de las cosas agradables.

Desde pequeña me ha gustado el té. Mis padres bebían de vez en cuando, y unos amigos de éstos, que son persas (perdón, iraníes), siempre que iba a su casa tomaba una taza de té negro con cardamomo. (Es muy, pero que muy rico). En casa de mi abuela siempre tomaba infusiones y tisanas. De mayor aprendí que tisana era un sinónimo de infusión. Pero hasta entonces, pensaba que tisana era una infusión que me preparaba mi abuela cuando volviamos las dos de pasear o a media tarde y hacía frío. Llevaba anís y hierba luísa. Había algo más, pero no recuerdo qué, exactamente. Mi madre tal vez lo sepa. Me lo servía con una cucharada de miel, bien calentito.

A los dieciséis años fui por primera vez a Alemania durante una semana. Los últimos días nos alojamos en un albergue a las afueras de Freiburg, en medio de un bosque. Freiburg está cerca de la Selva Negra. Es una zona preciosa y la ciudad me robó el corazón. Tengo muchísimas ganas de regresar algún día... Pues bien, en el albergue, a mis compañeros de instituto y a mí, nos servían en el desayuno y la cena agua hirviendo con bolsitas de té de mil y un sabores. Yo estaba feliz. Mis compañeros, no. Eran más de leche, colacacao y café. Se quejaban de que comíamos con té y zumo de frutas (curioso, ¿verdad?). Y la verdad es que tanto el té, como el zumo de frutas, que sabían mejor que los que nos venden aquí, estaban muy ricos. Me quedé con un grato recuerdo de aquél albergue y con la curiosidad de que... al estomago y a tu bienestar les sienta mejor que comas con bebidas calientes o templadas a que sea con frías, que es lo que hacemos más por aquí. Os recomiendo que lo probéis. 

Cuando tenía diecinueve o veinte años empecé a frecuentar una cafetería de mi ciudad que está pared con pared con la Catedral. Me encantaba ir con algunas personas en especial, dado que siempre salían conversaciones trascendentales, proyectos y sueños. Nos gustaba mucho ir porque tenía una amplia lista de tés (de la Tea Shop) y de Chocolates (Eraclea). Me dejaba dinero, porque era (y lo sigue siendo) cara, pero me valía la pena por los grandes momentos.

Fue un día, después de volver de allí, dónde se me ocurrió La Tienda de Ensueño. Intenté captar la magia del arrebujarse. De entrar en calor, de tomar el té, del olor a incienso, de las mantas y las alfombras. De sentirte como en casa, en un hogar. De crear un lugar y un relato acogedor. Y Loreena McKennitt ayudó mucho.

Luego abrió Istambul, una tetería-kebab ambientado al estilo turco, con velas, alfombras, sillas y mesas bajas, cojines, cortinajes, poca luz y música árabe. Y entre la catedral y el Istambul, me pasaba las tardes de los fines de semana. Té, té, té, chocolate y té.
 
Por ésa época también frecuentaba un restaurante, que cambió un par de veces de localización, en que servían un té con menta muy rico y hacían un cus-cús impresionante y sopa harira que está que te mueres y donde el dueño es una persona la mar de simpática. Parte de tercero de filología me lo saqué entre esas paredes, estudiando mientras me tomaba té con una amiga.

Hace cosa de un par de años dejé de ir al Istambul, puesto que subieron mucho los precios y, al haberse hecho famoso, siempre estaba lleno y el servicio no era como al principio. Y los tés con menta ya no estaban tan ricos como al principio. Yo adoro el té con menta, el té moruno, el té árabe... Entonces descubrí el Sáhara, que estaba en la calle de atrás de donde yo vivo. Un local que no parecía muy elegante, que siempre estaba lleno de marroquíes muy majos (mirando fútbol por las tardes en la pantalla grande), con una quincena de mesitas y tres zonas de butacas. Allí descubrí el mejor té con menta de la ciudad. El mejor. Y, claro, estando a dos minutos de mi casa, era clienta habitual. Algunas semanas llegué a ir 4 días. Algunos días iba mañana y tarde, con personas distintas. Qué té tan bueno. Y las pastitas, que eran las mismas que vendían en el Istambul (de una pastelería árabe de Barcelona) y que estaban a mitad de precio porque no hinchaban los precios, y las tortas de pan marroquí calentitas con miel, o miel y queso Philadelphia.

Pero cerraron.

Y me quedé sin el té.
Ahora voy a una cafetería pequeñita que han abierto, también cerca de mi casa, donde hacen unas increíbles magdalenas de queso y el trato es muy agradable.

Pero bueno, a lo que iba. Que cuando hace frío y los días son grises, apetece arrebujarse entre mantas y tés calentitos, hacer que te sientas bien. Porque arrebujarse, al fin y al cabo es eso, es sentirse bien. ¿Qué hay más agradable que pasar frío y llegar a un lugar donde las personas, el ambiente y la magia de un té te den la bienvenida?