domingo, 17 de marzo de 2013
Cuento corto: El Abrazo
martes, 29 de noviembre de 2011
Espero que sigamos igual que éramos
viernes, 28 de mayo de 2010
Cuando la noche acaba

Cuando la noche acaba,
y el Sol aún no ha despuntado...
Bajo la montaña de Montsegur
busca un sendero, cuyas plantas
son plateadas.
Entra y camina en él,
sin hacer ruido alguno.
En el saliente de la roca escarpada
se encuentra un manantial seco.
Si consigues beber agua de él
Lo escribí a los 17. Me he quedado con las ganas de saber qué pasaba si lograbas beber agua de un manantial seco. Seguro que lo escribí después de los días pasados en la ruta de castillos Cátaros que hice el verano de 2002. Qué bonito era Montségur. Recuerdo en especial tres cosas del día en que visité la montaña.
1. Lo bonita que se veía la colina poblada de árboles de delante del pueblecito bajo Montsegur y cómo cambiaban los verdes conforme relajabas la mirada y observabas el bosque.
2. La subida en silencio que hice hacia el castillo. No podía hablar y sentía que no debía hacerlo, por algún motivo.
3. Una mariposa se posó sobre mí, en las gafas de sol, mientras estaba en el centro de la fortaleza en ruinas. Fue algo muy sencillo y mágico para mi.
Creo que me guardaré estas instrucciones y las añadiré en el relato del Guardabosque. Es donde mejor encaja.

PD: Gaston, my book.
jueves, 10 de diciembre de 2009
El Mago de las Luces
Hace mucho que no escribo. Y cuando digo mucho es mucho.
Hoy he creado un personaje nuevo. Sin historia. Ha aparecido de la nada... y creo que me va a ir cayendo bien. Os pongo lo que he escrito sobre él. Para variar... es una de mis típicas "la parte de en medio de una historia". De momento no tiene nombre, aunque os he de advertir que viste de negro (entero), lleva un sombrero de copa, capa hasta los tobillos, botas militares y un cinturón lleno de bolsillos. El pelo es negro, muy muy corto y con un mechón de un palmo, aproximadamente. Aún estoy dudando de si el mechón largo está un poco rizado, si es una trenza o una rasta con cositas colgando al estilo Jack Sparrow. Ya veremos. También estaba pensando en ponerle unas goggles sobre el sombrero. Pero me da que quedaría todo demasiado steampunk... y no estoy segura de qué clase de personaje es y de si le puede gustar dicha estética xD.
Si se os ocurre algún nombre, decídmelo ;).
Torció una esquina, y al observar –finalmente- lo que había a su alrededor, no pudo si no apenarse de estar molesto por una tontería y no poder disfrutar de los arbolillos y plantas a la luz de las estrell… ¿dónde estaban las estrellas? ¿Y la luna? Miró al cielo y frunció el ceño. Caminó por la calle, a paso seguro, con una sonrisa irónica y fría en el rostro. Y plac, plac, plac, plac. Cada farola apagada, por cada paso. Mejor. Pero… las luces de Navidad estorbaban. Miró a los alrededores. Nadie. Pasó la mano por el aire, extendida. Y las luces y neones se durmieron. Mejor. Pero… las pantallas del interior de las casas y el restaurante que ya cerraba… tch tch. Demasiada luz. Picó dos veces su talón contra el suelo, aplaudió una sola vez, y dijo:
-Shhh….
Y las teles, las radios, las luces y la gente en sus casas se durmieron.
Eso estaba mucho mejor. Más de su gusto. Sonrió satisfecho. Como por arte de magia, saltó ágilmente la valla que lo separaba de los árboles y las plantas. Era un parque con ruinas muy antiguas. Se preguntó… ¿por qué los humanos tienen tanto miedo a perder su pasado y olvidar? ¿Por qué, a la vez, no lo recuerdan y lo destruyen a su antojo?
Paseó entre las piedras caídas, hacía ya mas de dos mil años. Las plantas, cuidadosamente colocadas y cuidadas por expertos jardineros. Y por fin la encontró.
-Eh, aquí abajo. ¿Hola? ¡¡Eh!! ¿Es que no me ves? Bien. Eso es. ¿Me oyes? Genial. Bueno, ya he llegado. Y ahora, ¿qué? ¿Cómo...? ¿Cómo que no tienes ningún encargo en especial? Pero-pero-pero-pero… ¿tú sabes lo que me ha costado llegar hasta aquí? No me… Sí… Ajá… ¿Vacaciones? Pero… No… sí, ya… ya… Pero… Buf… Y… ¿Cómo? Ah, dinero. Sí. Vale. ¿Y dónde vivo?... Estupendo. No, tranquila. No te preocupes… ya… ya lo encontraré. ¿Qué? ¿Qué te tienes que ir…? Pero… Sí… de acuerdo. Yo también te quiero. Buenas noches, Luna.
Siguió paseando un rato por el lugar. Ahora estaba más molesto.
-Gñññññññ…. ¡¡AAAAAAAAARGH!! –gritó de repente, mientras empezaba a golpear violentamente una piedra-ruina que no tenía nada en especial.- Siempre, siempre, siempre igual. Pues-ya-estoy-más-que-harto. ¡Vacaciones! ¡Já!
Cuando se dio cuenta de la destroza que estaba provocando, lo arregló lo mejor que pudo. Salió de nuevo a la calle y gritó:
-¡Buenos días, luces!
Y todas las luces que había apagado antes, se encendieron nuevamente. Pero la gente siguió dormida en esa calle en extrañas posturas: sobre el sofá, en la mesa, cenando, delante de los ordenadores… Incluso hubo uno que se quedó dormido en la ducha, con el agua caliente saliendo a chorro. No le gustó mucho la experiencia: ni por la factura de ese mes ni por el resfriado que pilló.
A cada paso que daba temblaban las luces. Tintineaban. Parpadeaban. Tenían miedo. Estaba de mal humor. Se había perdido. Estaba cansado. Tenía hambre. Y sueño.
-Eh, tú. –llamó a un perro callejero que pasaba por ahí.- ¿Sabrías decirme dónde está la calle Portalón?
El perro le miró, torció la cabeza, movió la cola y se puso a ladrar de contento.
-¿De verdad? ¡Estupendo!
Siguió al cánido varias calles, mientras el guía se giraba varias veces para comprobar que estaba ahí. Al llegar a la calle Portalón, descubrió que únicamente había una casa, y que la placa de la calle era sospechosamente nueva. Entró, y el perro le hizo esos ojos que saben hacer tan bien…
-Bueno. ¿Por qué no? Hace mucho que no tengo mascota y pareces bastante listo. ¿Tienes nombre? No, chucho no me vale. Pensaré algo bonito. ¿Tuerca? ¿Tornillo? No… a mi tampoco me gusta. Vaya. Fíjate. Sí que hace frío, ¿eh? Te sale mucho vacho de la boca… pareces un autómata a vapor… Mmm… vapor ¡Ya sé! Te llamaré Steam, vapor en inglés.
Subió las escaleras hasta encontrar una única puerta, en la que había unas llaves en la cerradura. Y dentro… dentro estaba todo lo que necesitaba: sus cosas, objetos extraños que había en ese mundo… Hasta comida de perro, curiosamente.
Comió, bebió, tomó un baño para quitarse el polvo del camino y se durmió en menos de lo que canta un gall…
Y el resto es otra historia.
jueves, 19 de noviembre de 2009
El despertar
Gran concierto de Yann Tiersen (mañana, a ver si me pongo a ello), grandes ratos con gente súper especial (osea) y... bueno, estoy contenta! :)
Y ala. Ahí os va un relato semi basado en hechos reales mezclado con una buena dosis de ficción :). Primicia, primicia de la buena, oyes. (Aviso: hacia el final hay algo de psicodelia o surrealismo, vosotros mismos)
Dos besos, uno a cada mejilla. Hasta luego, hasta la vista.
Y luego, iba caminando los interminables pasillos llenos de gente anónima, de cámaras de vigilancia, de calor, de vapor, olor.
Una corta espera, hasta que el tren llega. Empujones para subir y para bajar. Me dejo caer en el asiento que he escogido. Suspiro. Mi cuerpo se relaja, suelto las bolsas de las manos, coloco mis pies, me pongo cómoda en la butaca del tren.
Se sienta una señora a mi lado, nos sonreímos y nos decimos hola. Será lo último que nos hablemos en todo el trayecto. Posiblemente no nos volvamos a ver en la vida.
Me giro hacia la ventana; es más interesante el “fuera” que el “dentro”. Pero solo veo oscuridad, a ratos mi reflejo, y pienso en cómo me he podido sentir guapa antes llevando un vestido nuevo con la cara que tengo de cansancio. Poco a poco las luces, la oscuridad, el murmullo de gente hablando en el tren, la suave (y no tan suave a veces) cadencia del tren me van relajando. El bolso. ¿Cómo lo cojo? ¿Tal vez así? Es difícil de agarrar. Ah, pero la cremallera es accesible fácilmente. Mejor hacia el otro lado. Eso está mejor.
Y Poco a poco me voy quedando dormida.
Sueño.
Sueño en las últimas horas. Los amigos que he visto hoy. Las risas. La charla trascendental, la charla de pasar el rato y reír. El concierto de anoche. La música. Los otros amigos y conocidos, la gente nueva que me presentaron. Cuando dije adiós a mis padres, cuando saludé el día anterior a mi novio. Las risas con amigos el fin de semana. La película del otro día. El viaje que hicimos. En el coche con amigos. Un té con menta dos tres tés con diferentes amistades. El té de pera y caramelo que tanto me gustó. Las risas la gente las lágrimas los nervios un grito dos las paces los libros las palabras mi perro gente que ya ha pasado de largo en la universidad el instituto el colegio gente que ha presenciado algún momento en mi vida gente que me presentaron un día y no volví a ver gente que me presentaron y que se convirtieron en personas importantes para mi gente gente gente soy niña tengo amiguitos me mudo de casa perro quiero perro quiero perro no quiero tortugas perro un ciervo risas caras amables más risas es hora de dormir.
-…ita, el billete por favor.
-¡Señorita, el billete por favor!
Pego un bote. ¡Qué susto! Estaba tan dormida. Si acabamos de salir de la estación. ¿He recordado haber llegado a la que está a cinco minutos? Creo que sí pero ya no recuerdo nada más o tal vez no habíamos llegado porque no recuerdo la voz automática anunciando la parada. El billete, el billete.
De repente me doy cuenta de que estoy detrás del revisor, que me zarandea. ¿Cómo es posible? Está zarandeándome y yo lo veo desde detrás. Veo como me caigo hacia delante, sin resistencia. El hombre se asusta, la mujer de mi lado se aparta. Me pone los dedos en el cuello. Grita, que se aparten todos. No os acerquéis.
Y mientras yo observo toda la escena, tranquila. Con curiosidad. ¿Así que esto es la muerte? Recordar, como un sueño tu vida hacia atrás y ser despertada en un tren por el revisor.
lunes, 22 de junio de 2009
La historia prometida
Érase una vez una casa solitaria en lo alto de una colina. Érase que había luna llena y había una sola estrella en la noche oscura. En la casa vivía un gatito de pocos meses. Solía deambular por la sala de estar, enmoquetada y llena de polvo. Luz ténue, lámparas de pie, librerías llenas de volúmenes olvidados, relojes, espejos y cuadros. Muchos cuadros. El gatito solía pasar mucho tiempo tumbado en su almohada, mirando por la ventana y pensando. Pocos saben que los gatos piensan tanto; lo que pasa es que no nos dicen qué pensamientos tienen porque no nos quieren hablar. El gatito no entendía una palabra que había oído esa tarde: PROYECTOS. Era una de las más largas que conocía. Ésa tarde unos humanos gigantes (al igual que su dueño) se habían presentado y habían estado largas horas charlando mientras tomaban un té. Él sabía lo que era. La semana anterior, aprovechando un descuido de su dueño, se había subido peligrosamente a la mesa y había lamido la taza humeante. El té era PELIGRO. Quemaba la lengua a pesar de su sabroso olor. Las personas no dejaban de hablar de proyectos, del futuro, de sueños, y él los veía que cada vez hablaban más alto y agudo, que reían y graznaban. Y de repente alguien gritó: “¡Deteneos! ¡Esto es delirante!” Tampoco sabía qué era delirante pero… pensándolo bien, proyectos significaba griterío y algarabía. El gatito se durmió. Llevaba demasiado tiempo pensando.
Al despertar olió a… algo muy fuerte y apestoso. Abrió los ojos, aunque sabía quién era sin necesidad de hacerlo. Era la señora vestida de rojo con un litro de esa sustancia que los humanos se ponen pensando que así huelen mejor y tapan su olor corporal… aunque el efecto es todo lo contrario. El gatito los observó. Ella, coqueta, tonteaba con su dueño, y le sonreía. De repente, su dueño se arrodilló. ¿Se le habría caído algo? Sacó una cajita de tu bolsillo y la abrió delante de las narices de la señora de rojo. “Mi amor, mi vida, mi sueño… Es nuestro destino que estemos juntos”. El hombre no lo notó, pero el gatito sí. El corazón de la señora se puso a latir más rápido, los poros de su piel se abrieron y empezó a sudar, los ojos, en blanco y la voz incapaz de salir. Se calmó y tosió un par de veces. Su sonrisa se volvió un rictus de horror. La música de fondo sonaba, las velas iluminaban caprichosas algunos rincones, las flores rojas simplemente se estaban descomponiendo lentamente, mientras aún se podían admirar. Y de repente, justo cuando la música hacía una brevísima pausa, cuando las velas temblaron y un pétalo se desprendió de la rosa más abierta, ella dijo: “NO”, cortante como una espada afilada.
El gatito notó como su dueño pasaba por unos momentos similares por los que había pasado la señora de rojo. Se fue durmiendo, a pesar del griterío, a pesar del olor a perfume y el olor de los óleos de su amo, a pesar de que tenía una pregunta en mente: ¿Qué era el amor?
domingo, 22 de febrero de 2009
La calle Desengaño
Inspirada por un programa de televisión, el viernes escribí esto.
Vivía en la calle Desengaño. Me gustaba imaginar que le dieron este nombre a causa de una joven pareja, muchos años atrás, tal vez siglos. Era fácil imaginarla con el grandeur decadente del siglo XIX. Imaginar que hubo grandes casas, palacetes de familias que se hicieron ricas en las Ameritas, que luego empezaron a perder el dinero, que sólo les quedaba su mansión en la ciudad, la fachada, que en verdad escondía una casa vacía, con las cortinas rasgadas, los muebles sucios y llenos de polvo, en las que algún escritor bohemio con su amigo pintor, vivían.
Pero la verdad es que en la calle, si alguna vez hubo algo de eso, no quedaba ni rastro. Sólo las putas, acaso. Porque en el siglo XIX también había burdeles, de mayor o menor calidad. Y seguro que en esa calle, si en ese momento había putas, doscientos y trescientos años antes, también. Por las noches daba cierta grima pasar. Un desfile sin final de personajes extraños, de drogadictos, de locos, de prostitutas, de travestís, de gente que gritaba e insultaba sin motivo, dirigiéndose al aire, y en medio de todo, la podredumbre. El olor a pis, a mierda. Los edificios curiosos, los viejos, los antiguos, los ojos que observaban desde las ventanas sin querer que les observaran a ellos. Los gritos. Los clientes. ¿Cuánto cuesta? y ¿dónde? eran las preguntas claves. Y si al cliente no le parecía bien, pasaba a la siguiente. Había muchas señoritas de compañía.
No podía evitar pensar en las historias que un lugar así, con este nombre tan bonito, calle del Desengaño, te podría llegar a contar. Pero claro, entonces nos vamos a lo que pudo ser, o fue y nadie lo recuerda.
La propia calle te desengaña un poco. Te esperas lo que hay. Corresponde las expectativas, sí y no. Tiene todos los elementos, y sin embargo aún le falta algo. Y ese algo es el que te provoca el desengaño.
El nombre, de tener ése algo que le falta, sería perfecto. Tal vez lo que falla es la localización. Sería mejor en el casco viejo de la ciudad y no tan cerca del centro. En el centro de las ciudades todas las calles se llaman con nombres de personajes ilustres, Ramón y Cajal (¿cuántos Ramones y Cajales tendremos en el país?), de otras poblaciones, Madrid, Cartagena, Aragón, Mallorca… Dependiendo de lo grande que sea, tendrá un título u otro. Aragón, como es una comunidad de bastante extensión, será una Avenida, mientras que Mallorca será solo una calle. Lo raro en una ciudad es encontrarse con nombres pintorescos, como lo era la calle Desengaño. O la calle del Amor. O del Desamor, ya puestos. ¿No sería divertido que la gente, al vivir en una calle u otra, dependiendo del nombre, desarrollara las características del nombre de dicha calle? No, supongo que no.
e gustaban esta clase de calles. Las pintorescas. Vale, tal vea esta no tanto. Pero el barrio del Born, en Barcelona, las calles del Raval, llenas de curiosidades, la calle Tallers, con gente de paso que se mezcla con turistas y habituales… Son calles entretenidas.
Aún recuerdo como veinte años atrás eran zonas vetadas. Los padres no te dejaban ni pisarlas, y el solo oír el nombre de ciertos lugares era sinónimo de miedo. Ay, los drogadictos, los heroinómanos. Recuerdo… sí, recuerdo una vez pasar por una pequeña plazoleta, acompañada de mi abuela. Parecía desierta, pero había dos jóvenes detrás de un banco. El uno tumbado y el otro sentado, con la espalda apoyada en la pared. Creí que sólo dormían. Pero no, acababan de chutarse. Vi por primera vez una jeringuilla usada en las escaleras, dónde cualquier niño de mi edad podría cogerla y jugar y pincharse. Recuerdo las advertencias de mi abuela siempre que íbamos a los parques. Que nunca tocara una jeringuilla, eran muy peligrosas. La vi y causó una gran impresión en mí. Tanto que aún la recuerdo ahora. Así que eso eran las jeringuillas peligrosas de las que me hablaron. Era como encontrarte con una leyenda urbana cara a cara.
Creo que relaciono a los heroinómanos y a algunas “señoritas de compañía” con mi infancia. Los 80, la canción que trataba sobre mi ciudad y lo mal que estaba.
La calle Desengaños era como un pequeño regreso al pasado, tal vez por eso me llamaba tanto y a la vez, no me gustaba. Me desengañaba. Porque a pesar de tener todos los elementos, no se sucedía en el casco antiguo de mi ciudad. Ahí era dónde pegaba. Antes, la zona antigua, era peligrosa. Te podían atracar con facilidad, estaba lleno de drogadictos, y de ladrones. De toda esa época sólo queda un local pequeño, en una calle pequeña, que coloca estratégicamente dos fanales rojos en la puerta. Montevideo, rezan las letras azules y pasadas de moda entre ambas luces rojas. Hace algunos años me encontré cara a cara con un auténtico trapicheo de droga entre dos bandas. Era la tarde y no había nadie más que las dos bandas y yo, que pasé de largo y sin mirar hacia la otra punta. O me di la vuelta, ya no recuerdo. Correr hubiera sido lo peor.
miércoles, 7 de enero de 2009
Dieciocho
Os dejo un relato corto, inspirado en la canción y en el videoclip.
DIECIOCHO
-Tengo frío –susurré.
Los pies estaban helados, y las manos. No podía pensar en nada. De hecho, creo que no pensaba. Sentí paz. O precisamente, tampoco sentía, y eso me daba paz, calma. Algo que jamás llegué a experimentar en vida.
Oí que alguien leía en voz alta. No sé si se dirigían a mí, al hombre que había venido a verme o a Dios. Tal vez sólo lo leía en voz alta para creérselo más, como para expiar su culpa. Las cosas son así, yo no lo hice, tú sí, ¿entiendes? No sé qué dijo, no le escuchaba. Pero para mí esas fueron sus últimas palabras.
Me pasé los cuatro meses anteriores esperando este momento. O tratando de evitarlo. Creo que lo deseaba desde que todo empezó a torcerse en casa. ¿Cuánto tiempo haría de eso? He perdido la cuenta. Da igual, nunca fui de números. Me arrepiento de cómo terminó todo. Él no tenía la culpa.
A veces le gritaba y le empujaba. Me seguía a todas partes, como si fuera un perrito, y me reía las gracias bien alto, para darme a entender que me apoyaba y me admiraba. Mi hermano quería ser como yo. Al principio me hacía gracia, trataba de ir siguiendo mis pasos, con mejor o peor fortuna. Después dejó de gustarme que lo hiciera. Yo tenía razones para llevar ésa mierda de vida, él no. Fui yo quien se peleó con papá a los 12, después de que mamá muriera por su culpa, él sólo era un crío de 9 que lloraba porque su madre no le volvería a preparar el desayuno ni la cena. Papá le gritaba de vez en cuando, cuando estaba de mala leche, pero no la tomaba con él. Sin embargo, empezó a imitar las respuestas que yo le daba al viejo. Mierda. Papá me echó las culpas del mal ambiente de casa.
El día que cumplí los dieciocho tuvimos una última discusión. Yo, el hijo rebelde. La oveja negra de la familia. Yo era todo lo malo, basura, un deshecho de la sociedad. Que no servía para nada, que era un inútil, que poco dinero que tenía y me lo gastaba en gasolina y droga. Me largué y mi hermano conmigo. Mejor conmigo que con él, pensé.
Cuán equivocado estaba.
Llevamos mala vida, viviendo en casas abandonadas y en callejones. Chutándonos mierdas para no sentir el hambre o el frío. Entrando en casas para robar y comer de vez en cuando, o hacernos con más drogas. Sobretodo yo. Él sólo me seguía, como siempre.
Un día encontré una pistola. Pensé en matar con ella a mi padre, por todo lo que me había dicho. Y me hizo. Empecé a ensayar una noche, solo por probar. Pero las armas y el alcohol son mala combinación.
Tenía muy buena puntería. Le di entre ceja y ceja. No tuvo ni tiempo de sorprenderse. Pobre diablo. Él que nunca hizo mal a nadie y no hacía más que mantenerse en segundo lugar.
Lejanía.Sueño. La pesadilla termina.
Olvido.
Vacío.

18th and life de Skid Row
viernes, 10 de octubre de 2008
Continuaciones al cabo de los años. Tiendas, señoras, gatos y conceptos
Hace como cuatro años que escribí la Tienda de Ensueño, uno de mis relatos preferidos. Tal vez el que más. En junio empecé la continuación, y lo he acabado esta tarde. Aunque se suceda en el mismo lugar y continúe la protagonista, la señora de la tienda (ahora ya tiene nombre, aunque no lo digo en el relato), ésta vez es todo muy distinto. Aún no he tenido crítica. Así que los que tenéis el documento word en vuestras manos... ya sabéis lo que toca en cuanto podáis. En la página 4, creo, hay un 'poco' convertido en 'popo'. Ya lo he cambiado.
Hay historias que no me importa colgar enteras aquí. Pero ésta es una de las que sí, de modo que sólo dejo un trozo, de por el medio. Donde se explican muchas cosas, aunque no sepáis quién es quien aparece a medianoche, porque primero sale al principio de las historias, como todo. Y esto NO es el principio ni el final. Me encanta. (Digo que me encanta poner textos que no son ni principios ni finales. Y también escribirlos, como el del Viajero).
Sonaron las campanadas de medianoche.
El viento dejó de soplar.
La gente durmió.
Pasaron 180 segundos y apareció. Primero el golpeteo de unos zapatos, el suave roce de la capa larga con las botas y el suelo, finalmente, un olor como a agrio, acompañado por una sonrisa burlesca.
Había llegado a la hora en punto. Más bien, había aparecido, o se le había convocado. Tal vez las dos cosas. Pensar y presentarse van de la mano en ciertas ocasiones.
- Mi Dama. –dijo. Saboreó cada uno de los sonidos. Y no le habló para reírse de ella, o para burlarse. Tampoco fue un saludo. Simplemente fue como una afirmación.
Le hizo entrar en una sala iluminada solo por tres velas. Recubierta de alfombras, tapices y cálices y figuras de barro de las que salía humo perfumado.
- ¿Querer? ¿Amor? ¿Cómo he de llamarte ahora, Mi Señor?-dijo ella, con una corta reverencia. Las palabras ácidas o las recriminaciones no podían tener lugar en ese momento.
Le indicó que se sentara delante de ella, sobre unos cojines. Ella colocó tres vasijas a su alrededor, para que la mayor parte de humo se dirigiera hacia la cara. Bajó la mirada. Respiraba lentamente. El gato daba vueltas por la estancia.
- Sinceramente ya no lo sé y bien poco me importa. Han maltratado tanto estas palabras que creo que ya ni siquiera poseen sentido para nadie. ¿Y de qué sirve un Concepto sin significado? De bien poco. Sí, me estoy volviendo loco. Casi ni recuerdo lo que fui o cómo fui.
Te amé, Diosa. Fuimos uno durante algunos milenios. A veces me parece ayer, otras parece que nunca haya sucedido. Cuando alguien decía o pensaba tu nombre me daba significado. Aún recuerdo cuando eras Doncella. Todos te deseaban. Todos te querían amar pero no podían. ¿Por qué a los mortales se les ocurrió la idea de convertirte en Amante, en Amada. En Madre, Mujer Fértil. Nos ataron con palabras. Y nuestros nombres se convirtieron en sinónimos. Sufrí cuando empezaron a olvidarte y te tacharon de provocadora, de culpable. Hubo otras como tú, parecidas, y estuve con todas a la vez, pero muchas olvidaron su nombre y la cordura. Creo que eres la única que sobrevive. Y supongo que, de algún modo, te sigo amando. Es curioso. Es un pez que se muerde la cola. El Concepto del amor ama a la diosa del amor… y antes, ella también le amó. –Interrumpe su discurso y una extraña mueca, como recordando algo, cruza el rostro de blanco.- A veces, cuando estoy… sobrio, como ahora, pienso. Creo… creo que sobrevivo porque aún hay algunos pocos que aman sin reservas. No me dejan morir. Pero el resto de gente, que llama “Amor” a lo que no es, que “Quiere” poseer, que no “Amar”, me contamina. Me cambia. Creo que el verdadero Amor murió hace mucho tiempo. A veces pienso que fui yo, otras que soy un Concepto nuevo. Y la mayor parte, soy incapaz de pensar.
miércoles, 30 de julio de 2008
El que engaña
Kchikling. El ruido de la moneda al caer dentro de la máquina.
[aviso: es otro RELATO CORTO, estoy muy bien con Ion XD]
miércoles, 23 de julio de 2008
Engañada
-Oh, ya sabes, con los amigos en el bar. –me dice.
lunes, 2 de junio de 2008
El viajero en la montaña
Hasta que al final, llegó.
"El viajero sobre la bruma" de Caspar David Friedrich
sábado, 10 de mayo de 2008
Sonidos de una Entidad Mágica
Espero que os guste.
Sonidos de una Entidad Mágica
–Recuerdo haberle dicho antes que se trataba de un estúpido sueño. Nada real. Yo... nunca pensé que traería estas quejumbrosas consecuencias... nunca pensé que decirlo pudiera acarrear estas consecuencias. Realmente yo...
–Ya no eres un niño -respondió Sombra.– ¿Es que no sabes en qué lugar te encuentras? Es el Umbral. Nada es sueño. Nada es realidad. Pero todo es y deja de ser en el mismo momento en que se dice... No... Una vez ese pensamiento cruza tu mente. Tu capacidad actual jamás llegará a comprender ni de lejos lo que has estado a punto de cometer. Y ahora, extraño, contesta. ¿Quién eres?
–
–
–¿Él? ¡ Pero si tiene menos cerbro que una mota de polvo! ¿No te diste cuenta de lo que acaba de hacer?
–
– Tal vez busca respuestas, Sombra.
–Mortal, acércate. ¿Qué es lo que buscas? ¿Por qué te encuentras en el Umbral?
"¿Quien eres? ¿Qué haces aquí? ¿Existes de veras en este plano? ¿De dónde sales? ¿Realmente tu vida es tuya? ¿Real? (Voces, voces, preguntas, palabras, voces, voces, voces)"
–Oigo muchas voces en mi cabeza... hum... Majestad.
– Por algún motivo, Luz te escogió. Es de lo más caprichosa. Ahora debes pasar esta puerta. Penumbra te acompañará hasta el Límite, pues si Luz y yo volvemos a estar juntas habrá que empezar de nuevo, ¿entiendes? Ahora, ¡ve! Aléjate de mi Reino, pues ya no pertences a este mundo. Márchate y descubre.
– Has abandonado la Caverna. Ahora nada te parecerá sencillo, lógico o razonable. Ahora que sabes todo lo que te llegaste a preguntar, encontrarás en tu camino más preguntas sin responder que nunca hubieras podido llegar a imaginar. Ve y buena suerte.
lunes, 28 de enero de 2008
Días de enero
Los días de enero se fueron sucediendo rápidamente, las horas, los segundos, los suspiros se escurrían de las manos como si tan solo hubieran sido aire. O ni eso. A cada segundo que no mantenía la cabeza ocupada le volvía una y otra vez la conversación que mantuvo dos días después de comenzar el año. ¿O tal vez fue el tercero? Tanto daba. Solo fueron dos frases, una docena de palabras. Su mente volvía una y otra vez a ese momento, como si de un flashback se tratara y ella, la mente, fuera nada más que un disco rayado que repite, una y otra vez, la misma melodía, como si fuera la primera vez que la escuchaba.
Como otras muchas antes que ella, por causas distintas, se sintió perdida. Se planteó el rumbo de su vida, los años dedicados a algo, o alguien que no fue lo que ella esperaba que fuera. Pensó en no volver a esperar nada de nadie, que los que tuvieran algo que ofrecerle, lo harían libremente. Tal vez de este modo podría aceptar a todo el mundo y no tendría desengaños.
miércoles, 26 de diciembre de 2007
Retornos
Hoy he vuelto a escribir e incluso he sido capaz de relatar la historia de los origenes de un personaje. Del protagonista de todas esas historias que parecen formar parte de algo pero que se asemejan a un puzzle del que aun no tengo todas las piezas. Estoy satisfecha, en parte. Cada vez más tiene más personalidad y tengo un poco su historia en la cabeza, pero me falta una sola cosa sin la que el personaje no puede estar completo.
Un nombre.
Es tan complejo y tan ámplio que no se me ocurre nombre que sea capaz de abarcar todo lo que es, será y fue. Los nombres son muy importantes y darle un nombre equivocado a alguien puede ser fatal para esa persona. Tendré que meditar mucho el suyo. Tal vez un día aparezca de pronto como el de la que será su compañera.
Besos!!
EDITO: Estoy empezando a añadir las entradas que tenía en mi blog viejo (el primero), www.blogs.ya.com/mysticdream Así que si queréis leer algo de aquella época, iros pasando por "Marzo de 2005" y siguientes. He copiado los comentarios que recibí. Ojo que van de abajo (el más antiguo) a arriba (el más nuevo). Cosas de ya.com ... Y eso, no os esperéis grandes cosas, ¿eh? En cuanto termine de pasarlos (algo que lleva año y pico rondándome la cabeza), tal vez trate de retocarlos, porque he visto una entrada con unos cuantos "xk", "q" y cosas parecidas, que parece una conversación de MSN o sacado de un email XD. Lo hago para tener un solo blog de verdad y por si acaso los de ya.com me cierran la cuenta por falta de actividad... =S
lunes, 24 de diciembre de 2007
Letras de fuego
De repente cogió una pluma larga y negra y la sumergió en el vaso lleno de fuego, como si hubiera un centenar de velas ardiendo dentro, y se puso a escribir sobre el pergamino. Cada palabra era fuego, y crepitaba, humeaba y daba calor como el fuego mismo, sin embargo ni el papel ni la pluma se quemaban.
Fotocomposición & fuego: InannaPilgrim
¡¡Felices Fiestas!!
viernes, 16 de noviembre de 2007
Manos de hielo
Sus manos se asemejaban a las de un espectro, tan frías y tan blancas que parecían carecer de vida.
Y sus caricias eran como un soplo de invierno sobre la piel. Notabas cuando te rozaban los dedos, despertaba cada cutícula de la piel en el entorno donde ella habría descansado la mano.
Ella era el frío, tanto por dentro como por fuera. No se sabía si se debía a que su corazón se congeló y se heló por fuera o es que, como si de una leyenda se tratara, se había congelado en vida, llegando el invierno en su corazón.
No lloraba, pero tampoco reía.
Blanca como ella sola, fría como ninguna otra, era la reina de las nieves.

"Lady Winter" (el espectro) es de Annika Von Holdt y la foto de Gerhard Lenerz. La composición es mía.
lunes, 12 de noviembre de 2007
La Serenissima (La Tienda de Ensueño)
La escribí escuchando unas piezas en concreto de Loreena McKennitt. Así que si alguien no la ha leido y quiere hacerlo, os dejo el pedazo de texto y la canción con la que escucharlo (o una de las válidas xD). Aunque si el texto tuviera una sola canción como banda sonora, sería ésta, La Serenissima, de Loreena. (Parece que goear no funciona, así que os dejo una ventanita con canciones chulas en algún lugar de la derecha y vosotros mismos buscáis "La Serenissima" de LM y la escucháis. Es importante. Si en este momento no os va bien poner música, hacedlo en casa con tranquilidad. Vale la pena, cambia el ambiente y os pone en contexto xD).
Una hoja de papel de periódico algo arrugada se deja llevar por el viento. Ahora sube, ahora baja, se estampa contra el suelo, da cuatro vuelcos y vuelve a levantarse. Nadie repara en ella. Quizás sea porque tampoco hay nadie que pueda hacerlo. Una chica llega a la calle. Camina doblegada por el frío y por la fuerza que ha de ejercer para mantenerse erguida. La calle está empedrada con adoquines viejos de hace centenares de años. En ciertos lugares faltan algunos, pero a nadie parece importarle. Es la zona vieja de una ciudad como cualquier otra que tenga un pasado medieval. La hoja del papel de periódico da un gran vuelco, hace un par de loopings, se eleva unos dos metros y se dirige con fuerza hacia la cara de la muchacha y, como si de un gran abrazo se tratara, abierta tanto como lo permite su estructura, se engancha con fervor. La chica se tambalea, intentando quitarse de encima a tan molesto objeto. Se tambalea un poco más hacia la derecha, entrando en unos pórticos que hay en la calle y consigue retirársela. La dobla, se pone bien el gorro con una mano, y suelta el papel, que sigue su trayectoria. Inicia su camino de nuevo, pero algo llama su atención, haciéndola dudar en su segundo paso. De reojo ha visto algo. Lentamente se gira. Es un pequeño comercio. Está cerrado. Se acerca hacia el escaparate. No se ve muy bien lo que hay dentro. ¿Una tienda alternativa? Hay cosas orientales. Parece muy acogedora. Se dice a sí misma que ha de volver en otra ocasión... y repara en un pequeño letrero escrito a mano, con una letra fina y muy pulida en la que dice: “Abierto en Sueño”. Se extraña y, pensando en ello, sigue su camino. Ésa noche sueña con pequeñas puertas que se abren y se cierran. Tintineos metálicos. El sonido que hacen las últimas gotas de una jarra al caer en el vaso. Sueña con aromas que confunden los sentidos. Con objetos inimaginables. Con la risa de una voz clara y cantarina.
Y pasa el tiempo. Cuatro inviernos, para ser exactos. Estamos en la misma calle. Es media tarde y está empezando a oscurecer. Sopla viento del norte. Trae consigo pequeñas motas de nieve que se arremolinan. Una mujer joven de pelo largo y pelirrojo al viento, camina sin rumbo alguno, con la mirada perdida y con las esperanzas enterradas. Por algún motivo, se gira hacia la derecha. En unos porches hay una tienda minúscula. Se dirige hacia ella. Está abierta. Al menos, se entrevé luz en el interior. Se pregunta cuánto hace que está aquí y por qué no se habría fijado antes. De pronto, la puerta se abre y aparece una mujer adulta, de edad incierta, con patas de gallo alrededor de los ojos... si bien su aspecto es juvenil. Con los ojos brillantes y una sonrisa amistosa le habla.
-- - ¿Quieres pasar? –la invita.- Quizás encuentres algo que buscabas... ¿por qué no echas un vistazo?
- - Está bien –responde. Y se encamina hacia la tienda.
Ambas entran. La chica se para en la entrada y, después de cerrar la puerta, observa las curiosidades expuestas. La mujer sigue hacia el fondo.
- Frío, ¿verdad? –pregunta.
- Hum... sí... creo. –dice distraídamente mientras observa de cerca una extraña inscripción de origen celta.
- ¿Te apetece tomar un té? Es de importación hindú. Muy bueno. Un viejo amigo me lo ha traído esta mañana.
- Gracias… pero… ¡Debe de ser muy caro! ¿Por qué no lo utiliza con una visita importante o con algún amigo?
- ¿Y por qué no ahora? Es una visita especial. Una amiga no se encuentra todos los días.
- Disculpe... ¿ha dicho amiga? –exclama desviando su atención de una caja grabada artísticamente. Es bellísima.
- Eso mismo... Ah-ah, cuidado con esto –dice quitándosela de las manos y colocándola en su sitio.- Es una Caja de Pandora. Son peligrosas. Mira, nunca sabes dónde y cuándo vas a encontrar a un amigo... al igual que nunca sabes dónde puedes encontrar lo que buscabas desde hacía tiempo y que ya no esperabas encontrar.
- ¿Qué... quiere decir?
¡Espero que os guste! Si alguien lee este cachito y le gusta, estaré encantada de leer vuestras opiniones. Aviso: no es ni el principio ni el final del relato, sino un trozo intermedio que también es un principio.
Besos!