lunes, 12 de noviembre de 2007

La Serenissima (La Tienda de Ensueño)

Os dejo aquí un trocito de un relato que muchos conoceréis, La Tienda de Ensueño, que escribí hace justo 3 años (recuerdo que lo acabé a finales de octubre o principios de noviembre de 2004). No escondo que es una de las historias que he escrito que más me gustan. Le tengo un cariño muy especial.

La escribí escuchando unas piezas en concreto de Loreena McKennitt. Así que si alguien no la ha leido y quiere hacerlo, os dejo el pedazo de texto y la canción con la que escucharlo (o una de las válidas xD). Aunque si el texto tuviera una sola canción como banda sonora, sería ésta, La Serenissima, de Loreena. (Parece que goear no funciona, así que os dejo una ventanita con canciones chulas en algún lugar de la derecha y vosotros mismos buscáis "La Serenissima" de LM y la escucháis. Es importante. Si en este momento no os va bien poner música, hacedlo en casa con tranquilidad. Vale la pena, cambia el ambiente y os pone en contexto xD).

Una hoja de papel de periódico algo arrugada se deja llevar por el viento. Ahora sube, ahora baja, se estampa contra el suelo, da cuatro vuelcos y vuelve a levantarse. Nadie repara en ella. Quizás sea porque tampoco hay nadie que pueda hacerlo. Una chica llega a la calle. Camina doblegada por el frío y por la fuerza que ha de ejercer para mantenerse erguida. La calle está empedrada con adoquines viejos de hace centenares de años. En ciertos lugares faltan algunos, pero a nadie parece importarle. Es la zona vieja de una ciudad como cualquier otra que tenga un pasado medieval. La hoja del papel de periódico da un gran vuelco, hace un par de loopings, se eleva unos dos metros y se dirige con fuerza hacia la cara de la muchacha y, como si de un gran abrazo se tratara, abierta tanto como lo permite su estructura, se engancha con fervor. La chica se tambalea, intentando quitarse de encima a tan molesto objeto. Se tambalea un poco más hacia la derecha, entrando en unos pórticos que hay en la calle y consigue retirársela. La dobla, se pone bien el gorro con una mano, y suelta el papel, que sigue su trayectoria. Inicia su camino de nuevo, pero algo llama su atención, haciéndola dudar en su segundo paso. De reojo ha visto algo. Lentamente se gira. Es un pequeño comercio. Está cerrado. Se acerca hacia el escaparate. No se ve muy bien lo que hay dentro. ¿Una tienda alternativa? Hay cosas orientales. Parece muy acogedora. Se dice a sí misma que ha de volver en otra ocasión... y repara en un pequeño letrero escrito a mano, con una letra fina y muy pulida en la que dice: “Abierto en Sueño”. Se extraña y, pensando en ello, sigue su camino. Ésa noche sueña con pequeñas puertas que se abren y se cierran. Tintineos metálicos. El sonido que hacen las últimas gotas de una jarra al caer en el vaso. Sueña con aromas que confunden los sentidos. Con objetos inimaginables. Con la risa de una voz clara y cantarina.

Y pasa el tiempo. Cuatro inviernos, para ser exactos. Estamos en la misma calle. Es media tarde y está empezando a oscurecer. Sopla viento del norte. Trae consigo pequeñas motas de nieve que se arremolinan. Una mujer joven de pelo largo y pelirrojo al viento, camina sin rumbo alguno, con la mirada perdida y con las esperanzas enterradas. Por algún motivo, se gira hacia la derecha. En unos porches hay una tienda minúscula. Se dirige hacia ella. Está abierta. Al menos, se entrevé luz en el interior. Se pregunta cuánto hace que está aquí y por qué no se habría fijado antes. De pronto, la puerta se abre y aparece una mujer adulta, de edad incierta, con patas de gallo alrededor de los ojos... si bien su aspecto es juvenil. Con los ojos brillantes y una sonrisa amistosa le habla.

-- - ¿Quieres pasar? –la invita.- Quizás encuentres algo que buscabas... ¿por qué no echas un vistazo?

- - Está bien –responde. Y se encamina hacia la tienda.

Ambas entran. La chica se para en la entrada y, después de cerrar la puerta, observa las curiosidades expuestas. La mujer sigue hacia el fondo.

- Frío, ¿verdad? –pregunta.

- Hum... sí... creo. –dice distraídamente mientras observa de cerca una extraña inscripción de origen celta.

- ¿Te apetece tomar un té? Es de importación hindú. Muy bueno. Un viejo amigo me lo ha traído esta mañana.

- Gracias… pero… ¡Debe de ser muy caro! ¿Por qué no lo utiliza con una visita importante o con algún amigo?

- ¿Y por qué no ahora? Es una visita especial. Una amiga no se encuentra todos los días.

- Disculpe... ¿ha dicho amiga? –exclama desviando su atención de una caja grabada artísticamente. Es bellísima.

- Eso mismo... Ah-ah, cuidado con esto –dice quitándosela de las manos y colocándola en su sitio.- Es una Caja de Pandora. Son peligrosas. Mira, nunca sabes dónde y cuándo vas a encontrar a un amigo... al igual que nunca sabes dónde puedes encontrar lo que buscabas desde hacía tiempo y que ya no esperabas encontrar.

- ¿Qué... quiere decir?

- Ven, vamos a sentarnos sobre estos cojines. El té está casi listo. ¿Me das tu chaqueta?


(Pandora's Box - de Hawthorne)

¡Espero que os guste! Si alguien lee este cachito y le gusta, estaré encantada de leer vuestras opiniones. Aviso: no es ni el principio ni el final del relato, sino un trozo intermedio que también es un principio.

Besos!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tiaaaaaaa.....
Que pasote!!!
Me encanta...!!! Me he quedado a medias.... ¿que pasó??????
Siempre lo he dicho..., tienes "magia" en las manos para poder escribir de esa manera...
Donde puedo leer el relato completo? Lo publicaste en el blog o me lo puedes mandar...?
Lo dicho..., una pasada!!!
Un besote enorme desde Barcelona!!!

Gemma

Himarcio dijo...

Hola Peregrina, no nos puedes hacer esto. Me ha gustado e intrigado mucho tu relato a medias; por favor, ¿cómo puedo acabar/empezar a leerlo?

Lo he encontrado por casualidad en una entrada de google sobre La Serenissima de Loreena, preciosa canción.

Besos
Himar

himar.gallen@gmail.com