jueves, 15 de septiembre de 2011

Season's finale



Curiosamente hay días en que parece que sean el capítulo final de temporada de una serie. O el capítulo final de una serie. Días en que te encuentras con algunas personas en particular, o mantienes algunas charlas relevantes o que pasa algo grande o importante para ti. Cuando tienes la sensación de que una serie de clímax se han juntado todos a la vez. Y si encima eres un poco friki como lo soy yo... Piensas en si pronto vas a estrenar una nueva temporada o es que esta serie termina y empieza otra. 

A veces pongo banda sonora a algunos momentos de mi vida. A veces lo hago físicamente (pongo un cd, mp3, música en el coche), otras es mentalmente. Me sigue pareciendo curioso cómo los sonidos o los sabores pueden esconder memorias.

Por ejemplo, los palotes de fresa saben a "volver de la playa una tarde de verano", en concreto, "volver de la playa una tarde de verano cuando tenía 5 años junto a mis primos mayores, mi tía (y posiblemente mi madre y mi abuela)".

Una canción de Yann Tiersen, de la banda sonora de Amélie, me recuerda a leer un libro sobre el que escribí una entrada en 2007 o 2008. Eran cuentos cortos para el invierno o algo parecido, de un autor del este de Europa, a un momento perfecto mirando por la ventana y a mirar las copas de los árboles en un coche en marcha yendo de excursión con unos amigos que ya no están juntos.

Esta tarde una amiga me ha puesto una canción (que es una de "nuestras" canciones) en mi muro de Facebook. Esa canción significa "primera vez en su casa de Zaragoza, mientras miro una figura de un duende colgado de una ventana y escucho y entiendo la letra de la canción".

Como iba diciendo, hay finales de temporada y finales de temporada. Hay series que tienen finales sosos. Hay otras que los finales son fuegos artificiales y los recuerdas de por vida. Six Feet Under me hizo llorar.

Me gustaría que el final de mi serie fuera como estos y que los espectadores pensaran lo mucho que valía la pena haberse quedado hasta el final.

Espero no dejar para los últimos capítulos las charlas que faltan y los te aprecio mucho a la gente. Las series suelen tener las temporadas contadas y más o menos saben cuando van a terminar. Nosotros no somos una serie. Vale la pena decir las cosas importantes más a menudo y no darlas por supuesto, que lo hacemos demasiado.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Sueños cumplidos que siguen siendo sueños




No me entretendré mucho por aquí. Hoy. No me entretendré mañana, pero sí en unos pocos días.

Este verano la vida ha dado un vuelco más y ha sido curioso, impactante, arrollador y me ha dejado bastante cambiada.

A principios de verano, una conversación trajo un cambio muy grande, el de casa. Vuelvo a la casa donde viví muy felizmente los primeros ocho años de mi vida. Hasta entonces fue con mis padres, esta vez será con mi pareja.

Pasaron las semanas, los reencuentros con personas queridas, las despedidas con promesas de "hasta pronto", las horas en el pequeño despachito de la comisaría. Un día, mi pareja, me envió un link y me dijo que les enviara un correo. Tal vez ahora no necesiten traductora, pero tal vez para más adelante...

Escribí.


Y no contestaron.

Absorta otra vez en el horario laboral, uno de los días que tenía libre, miré el correo electrónico. Había una respuesta positiva. Si me conocéis, sabéis que soy muy efusiva a veces y, para las grandes alegrías, parece que mi cuerpo no baste para contenerlas. Dos docenas de saltitos compaginados con el ritmo de ¡sí! ¡sí! ¡sí! por el comedor después, me di un golpe contra un mueble. Seguí dando saltitos de alegría, pero diciendo ¡au! ¡au! ¡au!

Era feliz.

Después vinieron muchos emails, conversaciones, muchas horas y turnos largos en la comisaría, unos días de escapada (sin desconectar) con nervios afincados en el estómago, más turnos largos y la continuación de las traducciones.

Y aquí me hallo. A dos días de subir y bajar muebles, apunto de tocar el interruptor del cambio. No me daré cuenta y estaré llevando el resto de libros, el ordenador, mi caos y nervios habituales... Y ya no estaré escribiendo por las noches donde estoy ahora.

Lo dicho, cambios, sueños... Que no nos falten en la vida. Y si un sueño termina, que sea para que otros dos vuelvan a empezar.

Hay momentos en que me parece vivir mi propio sueño. Y lejos de pensar que qué pena, que ha terminado... Pienso que qué bien, por haberlo soñado, por estarlo viviendo y porque ha empezado. Este sueño no ha hecho más que empezar y no tiene pinta de que vaya a terminar pronto, una vez lo has probado y te das cuenta de que sí, te gusta.