Es verano, y por tanto, al igual que desde 2009, vuelvo a trabajar unos meses en una comisaría de intérprete. Me sigue gustando. Lo más gracioso es que en ella todo sigue exactamente igual que la primera vez que vine. El plato hondo en un rincón de la cocina, los sistemas políticos de los seres evolucionados de la nevera... (Creo que hace poco eligieron un nuevo alcalde, pero no estoy segura...).
Hoy he llegado un poco dormida. Decir un poco es como decir que el Atlántico es un vaso de agua. He estado operando en modo automático satisfactoriamente desde que me he levantado hasta las 11 y algo. Tres horas y media para despertarme por completo. Vamos mejorando, Inanna, felicidades.
Pues bueno... me he puesto a leer un rato el libro que me autorregalé la semana pasada. En realidad fueron dos, uno es ECOCHIC, del que hablaré otro día, y el que hoy nos interesa: Inocencia Radical de Elsa Punset (sí, la hija de Eduard Punset). Quería compartir un par de párrafos que me han gustado especialmente de la introducción. Estoy segura de que más adelante encontraré otras cosas dignas de recordar. Por ello, lo voy subrayando. Creo que la ocasión lo merece. Aunque sea cosas que ya sepamos, pero que no viene mal que nos las recuerden de vez en cuando.
"Por una parte somos tan flexibles y sutiles que creamos, soñamos e inventamos. Por otra, somos propensos a viajar en el tiempo, a presentir y a temer. Las mismas capacidades que sirven para la creatividad pueden atarnos de pies y manos a lealtades trasnochadas y miedos inventados. (...)
No sólo arrastramos un código desfasado y grabado a sangre y fuego. La mirada humana se fija, sobre todo, en las aristas de la vida diaria. Amplificamos los peligros, revivimos las ausencias, lamentamos las carencias. Perdemos la perspectiva. Nos centramos en los obstáculos, en las voces quejumbrosas de quienes nos acompañan en este breve viaje a quién sabe dónde, empeñados en acumular dudosas certezas y confortantes riquezas.
(...) El colmo del cerebro humano es que consiga mentirse tan bien a sí mismo: suavizamos las verdades crudas de la vida, ignoramos aquello y aquellos que conviene ni ver ni escuchar, minimizamos los deseos incomodos o conflictivos. (...) Detrás de cada conciencia acecha un territorio extenso en el que se pueden esconder los miedos y las vergüenzas, las justificaciones y los autoengaños, (...) porque allí, casi siempre, es donde vivimos, sentimos y decidimos sin saber por qué ni cómo.
(...) El problema yace más bien en el poco tiempo que dedcamos a la comprensión de quiénes somos. (...) Sin duda, uno de los grandes cambios osicalesque se avecina responde a la necesidad y a la certeza, que están empezandoa calar en la sociedad, de que así como nos pueden enseñar a odiar y a temer, también, y de forma urgente, necesitamos que nos enseñen a sacar partido, deliberadamente, a la enorme capacidad que tenemos para amar y para crear."
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