lunes, 14 de diciembre de 2009

Estaba pensando...


¿Y si me hiciera un blog secreto? Otro nombre, otro dominio, sin links, sin gente conocida. Me gusta mucho escribir aquí, pero es como estar en tu casa, en una fiesta a la que has invitado a muchos amigos y que se han traído conocidos, una fiesta con las puertas abiertas a la que llega gente con la que no has hablado durante toda la noche, gente que entra y sale al equivocarse de portal, o gente que entra y se queda. Vamos, que en general, nos conocemos todos. Los que escriben y los que no. Los que te encuentras un día un comentario de "me gusta mucho como escribes", a tus amigos de "¿a qué te referías cuando el otro día, en tu blog dijiste...". Ahí entramos en el conflicto. Si estoy contenta, "genial, estás contenta", todo el mundo feliz. Si estás triste, "¿por qué estás triste? ¿qué te ha pasado?" y os preocupáis, si estás desganada, idem, y si no estás, "¿por qué no estás?". Y se agradece muchísimo todo esto, porque vienen de amigos y gente que te quiere o, al menos, te tiene en cierta estima.

Pero tengo ganas de desahogarme en un vacío. En algún lugar donde nadie me conozca, donde mi nombre no les suene y no puedan llegar a él. Parecido a los textos que están en mis discos duros que escribía hace algunos años y se quedaban acumulando polvo de bytes. Solo que si dejo mis penas en el exterior de modo anónimo, alguien las va a leer. Ahí está la diferencia.

Hace años, de las primeras veces que iba y venía sola de y a Barcelona, me senté enfrente de lo que parecía una pareja de amigos, un chico y una chica. Hablaban de sus respectivas parejas, de problemas, conflictos, de amigos, del trabajo... lo normal. Yo observaba, y escuchaba sin querer, haciendo ver que leía o que miraba por la ventana o de reojo, analizando sus posturas y palabras. En cierta parada, se despidieron:

-Bueno, pues espero que te vaya muy bien, con lo tuyo.
-Igualmente. Ojalá se solucione todo...
-Sí... Eh, y gracias. Encantada de haberte conocido.
-Lo mismo digo. Me llamo Luís.
-Ángela. Bueno... hasta la vista.
-Adiós.

Y yo me quedé ojiplática. Tantas confianzas, tantos secretos, consejos... ¡y eran completos desconocidos! No me lo podía creer. ¿Tan a su bola, iba la gente de Barcelona, que no podían hablar con sus amigos o con alguien de todo esto? ¿Tan impersonal es todo esto?

Ahora creo que lo entiendo mejor. Y a veces me gustaría hacer lo mismo. Salvo que no suele gustarme que me hable un desconocido en el tren, o en el bus, porque prefiero leer o escuchar música, o pensar. Así que no lo hago.

Salvo cuando son gente joven y viajera.

¿Dónde está la Inanna que fui?

O mejor, ¿dónde se fue la Inanna que quería ser?

3 comentarios:

Music for the child dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Didi dijo...

Los que queríamos ser siempre se pierden por ahí... ¿Y sabes? A veces pienso que los que queríamos ser eran unos mierdas. Yo ahora molo mucho más. Aunque sea por el mero hecho de ser real, mientras aquella que quería ser no lo ha sido jamás.

Escribir al vacío desahoga, lo digo por experiencia, ya sabes... Pero hablar con gente que te importa, en realidad, desahoga el triple. Lo que pasa es que la gente que nos importa nos da miedo que nos juzgue, precisamente porque nos importan. "Si le digo a X que me siento como una mierda por Y y Z motivos, se quedará con esa idea de mí." Por eso hablaban esos dos en el tren. Y por eso millones de veces nos desnudamos espiritualmente con desconocidos en internet. ¿O tú no lo hiciste alguna vez? :P
Porque las personas sin cara y sin nombre nos da igual lo que piensen, porque da igual que se hagan una idea de nosotros, porque da igual que nos juzguen. No volveremos a hablar, solo nos han escuchado y aconsejado cuando lo necesitábamos. Y ya.

Lo bonito de verdad pasa cuando logras hablar de todo, de lo bueno y de lo malo, de la gloria y de la mierda, de lo vergonzosamente culpable que te sientes por algo o de lo vergonzosamente no culpable que te sientes por algo que debería hacerte sentir culpable, cuando le muestras a alguien que eres un mierda y el otro no te juzga. Y lo sabes.
Eso, de un tipo o de otro, pero es amor.

Por vacaciones tenemos que vernos.
He dicho >_<

zazu dijo...

Estoy deacuerdo con Didi, muchas veces nos da palo contar a los conocidos o amigos como estamos, porque eso supone la mayoría de las veces que tenemos que dar explicaciones. Y eso es lo que no nos gusta. Remover la mierda.

Además, si hablas con alguien que te conoce, tiende (o tendemos) a achacarlo todo a "claro, es que siempre te preocupas por esas cosas" o peor..." es que te afectan tonterias, se te pasará como siempre".

Ahí es donde todos y digo TODOS, debemos aprender a escuchar, sin preguntar ni tirar del hilo a menos que éste se suelte solo. Sin juzgar ni adelantar acontecimientos. Esto, amigos, es lo más difícil.

Tetero vi!!

Babú