viernes, 26 de mayo de 2006

Seguía habiendo una vez...

[Resumen: un joven Cuento decide empezar una historia en sus páginas que sea tan bonita cómo las que le contaban sus padres. Empieza a pensar en la geografía, los personajes principales, los seres que habitarán el mundo... Y ahora se decide a empezar la trama de la historia ya própiamente dicha.]

De cómo crecen las palabras en los cuentos. Las penalidades y las aventuras de un cuento para crecer y una historia para ser contada. (Segunda parte)

El malvado Lord Morbolio, Comandante de las Montañas Lejanas, era un ogro ya viejo y que, si bien aun era respetado por todas las criaturas que habitaban la Cordillera Azabache, carecía de poder. Pasaba el día sentado en su trono de piedra gris, adornada por las calaveras de los altos generales, caballeros y héroes que se atrevieron a luchar contra él durante los últimos ciento cincuenta años. Morbolio estaba preocupado. Sentía que su hora estaba cerca y tal vez sería momento de empezar a disponerlo todo para el momento. Sin embargo había un problema: no tenía heredero al trono de calaveras. Los capitanes de las hordas de las Montañas Lejanas y sus consejeros empezaban a adularle más de lo conveniente y a ponérseles los dientes largos pensando “¿seré yo el próximo? ¿Me escogerá a mí para sucederle?”. En vista de la situación llamó a un viejo amigo que servía en el castillo y le dijo así:


- Busca al mago Mändor en la espesura y la oscuridad del Bosque Encantado


- ¡¿El Bosque Encantado?! ¡Pero Morbolio, viejo amigo…!


- Irás a buscar a Mändor en secreto. Nadie más ha de saber de lo que te he encomendado. Te vestirás de la manera que yo disponga y no tendrás problemas en entrar al bosque. Cuando le hayas encontrado pregúntale a quién debo nombrar mi sucesor y dónde se encuentra. Por la sangre que nos corre a ambos por las venas, eres e único en quien puedo confiar, Caesslr.


- Dicen del viejo Mändor que ya no usa su artes adivinatorias y que decidió mantenerse al margen de las disputas del país y que…


- No te atormentes. Mändor cederá… por un viejo pacto que nos une y que no puede rechazar. Ahora, ¡ve! Ya he ordenado los preparativos de tu viaje. Para los demás, vas en busca de la flor de Lysse, que sólo se encuentra en la frontera meridional del Bosque Encantado. Esta flor, como bien sabrás, es un arma poderosísima. Servirá para que todas las comadrejas que se arrastran por la corte crean que pronto habrá guerra y que yo iré a ella. Creerán que estoy mejor de lo que estoy en realidad. Buen viaje.


Caesslr se preparó para el viaje. Llevaba un fardo con comida y otro con los ropajes que Lord Morbolio le había dicho que se vistiera al llegar al bosque. No podía verlos antes, puesto que estaban hechos de un tejido mágico que se desvanecería si le tocaba el aire contaminado de las Montañas Lejanas. El galope de su caballo negro se perdió paulatinamente en la noche y en el manto de oscuridad que sumía en sueños la Tierra.

*
Muchos días de viaje hacia el noreste se encontraba en pleno apogeo un torneo de caballeros en la Corte Plateada. Eran las fiestas anuales. El color de las pancartas, el griterío de la multitud y los niños, los juglares y un sinfín de viajeros y mercaderes poblaban la ciudadela. La Corte Plateada era famosa en todo el Continente. Una única torre de varios centenares de metros de altura de color plateado, como su nombre indica, hecha de una piedra que había sido transportada a la región por los Antiguos, un pueblo del que solo quedaban leyendas, se erguía en la planicie. Decían que en los días de claridad se podía ver el reflejo del Sol desde el otro lado del Mar Infinito (por supuesto que no era infinito, pero muy pocos marineros eran capaces de ir al Otro Continente y volver. Solo dos, según las crónicas del Continente). Bajo la torre había el castillo del rey, de un color plateado más oscuro, rodeado por jardines abiertos a los habitantes de la Ciudadela. Más allá se extendían las casas de los ciudadanos, quedando todo ello rodeado por la Muralla Blanca, que jamás había sido expugnada hasta el momento.

*
El cuento dejó de escribir en sus páginas y se decidió cerrarse un tiempo para que las montañas, la ciudad, las personas, la festividad, los bosques, ríos y mares se fueran creando poco a poco. Si dejaba las páginas abiertas de par en par, alguien podría tocar la tinta y hacer borrones en el papel. Si sucedía, podría ser fatal para el Mundo: ríos, mares y lagos podrían desbordarse, las montañas (que eran muy, muy altas) podrían caerse sobre él, las ciudades podrían romperse, habría millones de personas y seres (todavía eran sombras transparentes) que se morirían y tal vez despertarían a algun ser monstruoso que duerme en las profundidades. No, se dijo, eso no pasará en mi historia y se cerró concienciadamente mientras se guardaba en el estante y dejaba que el polvo se posara en él.

2 comentarios:

Ion Ander ART dijo...

Sigue con el relato ¿eh?...me está cayendo simpático uno de sus protagonistas, para mí el pricipal. No, no me refiero al ogro ni nada así, sino al propio cuento.

¿Te puedes creer que lo evoco como un libro aún jovencito y sonriente, con unso ojillos (manda huevos que me imagine ojos en un libro) algo ausentes?

Bueno, pues eso, a ver cuando viene la próxima :P

Anónimo dijo...

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