jueves, 28 de septiembre de 2006

En una nube

A veces hay momentos que parecen sacados de un sueño. Momentos o días enteros que son oníricos. He pasado un fin de semana maravilloso (y no hay otra palabra para describirlo) en el campo. En una vieja masía entre las montañas de un pueblo de Euskadi. He aprendido de muchas personas, un par de mujeres me han enseñado muchísimo y a la vez, me he conocido más a mí misma y al género humano en general. Ha sido bonito ver que en ciertas etapas todos actuamos de una forma similar y pensamos cosas parecidas, y a la vez somos tan distintos.

Pues nada, que he vuelto llena de energía interior. Pero por algún motivo, toda esta energía interior se traduce últimamente en un desgaste de energía física. Llevo toda la semana casi arrastrándome por la vida. Espero que se equilibren pronto ambas xD.

El otro lado de la tortilla es que Murphy ha estado coqueteando conmigo a media mañana en la cafetería de la uni. Había quedado con un par de amigas para preparar una lectura en voz alta de un texto para la asignatura de Fonética. Yo me había pedido mi caféconlechedescafeinadodesobre (cojo aire) de siempre. Primero abrí el sobre de café y eché la cantidad a mi gusto en la taza y dejé el resto al lado de ésta. Luego eché el primer sobrecito de café y, con la otra mano, mientras miraba los apuntes, buscaba a tientas el otro sobre. Lo agarro dispuesta a dipositar su contenido cuando "¡pfuoooosh!". Bajo la mirada y me encuentro que lo que pensaba equivocadamente que era el sobre cerrado de azucar era, en realidad, el sobre con el resto del café. Un rato después (un cuarto de hora o veinte minutos), después de haber limpiado como pude el café de la mesa y dejar mis manos con eau de la caffeine, le noveau parfum de Brasilia Café, Murphy se acercó a susurrarme unas palabras en el oído. Eran tan tan dulces y pícaras que hicieron que mi brazo se moviera y chocara con la cuchara que había dentro de la taza. El resto os lo podéis imaginar. Y no, no me cayó ni en la barriga ni en el regazo. Al darme cuenta de que había topado con la taza me levanté de la silla de un salto con tanto ímpetu que la silla cayó y chocó con la mesa de al lado (afortunadamente sus ocupantes se habían ido unos minutos antes) y el contenido restante de la taza quedó dividido entre 15% sobre la mesa, 80% en el suelo y 5% en el lateral de mi pantalón. Al parecer tengo buenos reflejos porque el café con leche debería haberme mojado TODO el pantalón. Después de ir al lavabo a lavarme un poco la mancha, mis amigas decidieron que era mejor irnos a una zona más tranquila para practicar fonética, pues la cafetería de Antonio no es muy silenciosa. Y una vez más... Sí, hubo una vez más. Me pongo el bolso, agarro la carpeta y la chaqueta y al girarme para no pisar de lleno la zona del fregado que mi café con leche había provocado (un buen charco), noto una tirantez en el bolso. Hice un paso y la silla de al lado de la que me había sentado cae hacia atrás. Ya no sabía dónde meterme.

Toda la acción transcurrió en un máximo de media hora. Creo que debe de batir uno de mis récords personales.

Murphy, ¿de verdad me amas tanto?

Suerte que el resto de la mañana desistió de sus empeños amorosos (una que tiene pareja y pasa de ir a dos bandas). Si llego a meter la pata en clase de Fonética.... ays.

En fin. Resumen de la jornada. Murphy: 3 - Inanna: 0.

Inanna se va en un ratito a clase de Yoga. Espero no romperme (y no romper) nada... Seguiremos informando!

Anam Cara para los árboles, las fuentes, el mar, la brisa y el fuego de San Juan!! =D

Muchos besos a los demás!


---EDITO---
Acabo de volver de mi primera clase de yoga. No dejo de asombrarme de lo bien que he escogido esta tarde el título del post, pues ahora, incluso más que antes, me siento como en una nube.

Ommmmmmmmmmmmmmmmmmmm Ommmmmmmmmmmmmmmmmmm


martes, 5 de septiembre de 2006

Muerte de la musa


Maté a mi inspiración. Tarde me doy cuenta de que ya no me acompaña. La busco y no la encuentro, como un enamorado cuando ya ha enterrado su amante. Violé la musa y ni siquiera recuerdo cómo. Ni cuando. Ni porqué.

Busco palabras, pero solo recibo conjuntos de letras vacíos. Mi mayor placer era una página en blanco que era capaz de rellenar con historias bonitas. Ahora mi mayor temor es lo blancas que me parecen todas las páginas que soy incapaz de llenar.

Traicioné mi amor a la palabra por ser amante de la aventura. Vuelvo a casa, cual marinero a su aldea. Busco consuelo en una vieja compañera. Mas la musa se siente traicionada. No lo sé entender. La fuerzo, la fuerzo. Ella se niega. La violo. Sin satisfacción, corro a escribir. No alcanzo más que dos párrafos y cuatro líneas en cada uno. La intento una vez más, y otra, y otra. Como el empeño de un impotente para hallar placer, solo encuentro frustración.

Ya con rabia, golpeo la musa. Muere a mis manos. Al darme cuenta de mis actos, lloro. Como si las lágrimas pudieran regar un desierto seco, en el que cabe en la esperaza de un loco que pueda volver a brotar. Yo la maté. Culpable de un crimen sin arma homicida ni víctima. Pero yo la maté.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Septiembre

Volvemos al principio. Para mí cada año tiene dos inicios (o tres, depende). El primero es en septiembre, cuando desde los 3 añitos, empiezo el curso. Es cuando hago los buenos propósitos como estudiante: pasar a limpio los apuntes la misma tarde después de clase (¡ja!), hacer resúmenes y estudiar con dos semanas de antelación mínimo (sí, sí), pasar más horas en la biblioteca... Vamos, las típicas cosas que no cumplo. Los dos primeros días tal vez sí pase los apuntes a limpio, pero ya. El segundo principio de año es en Enero. Ahí se hacen los propositos como persona: que si dejar de hacers esto y aquello, que si mejorar en... Y luego, ya de modo personal, el principio de la primavera (y no digo principio refiriéndome al equinoccio, sino a cuando empieza a hacer bueno y da gusto estar en la naturaleza). En fin, que me voy por las ramas.

Que ya volvemos a estar, un año más, en el primer principio, valga la redundancia. Este mes, para mi, tiene los colores marrón y amarillo. Por un lado no tengo ganas de volver a clase y tal, pero por el otro, sí. De volver un poco a alguna rutina que me guste, aunque yo sea la eterna contraria a la rutina y la monotonía XD. Este año me siento ya un poco 'mayor'. Sé que es una tontería, pero he pasado de estar en el 1r ciclo a estar en el 2º. Eso significa que estoy en cuarto curso y que el año que viene se termina lo que se daba. Será cosa de aprovechar los últimos dos años de universidad XD.

Cada vez más a menudo amanece con el día nublado y grís. Cada vez más hace fresco por las mañanas y por las noches. Los días que llueve o los días grises me recuerdan a un café con leche o un té en una cafetería tranquila, hablando tranquilamente con un par de amig@s. Durante el curso los ves una vez cada semana, dos si hay suerte. A veces los ves una vez cada 2 semanas o una vez cada unos cuantos meses. Lo habitual. Son como un caramelo con sabor a café con leche o tofe, de los que le gustan a mi madre. Esos que se te quedan pegados a los dientes. Cuando tomas uno te llena la boca de sabor. Mientras dura es divertido y te gusta. Cuando termina, sigues teniendo el gusto en la boca, es como un recuerdo porque ya no tienes nada. Si comieras uno cada día probablemente acabarías cansándote de ellos, pero uno cada X meses apetece mucho. No comparo a todos los amigos con un caramelo de tofe. Comparo esas quedadas enfrente una taza humeante en un lugar tranquilo para hablar tranquilamente o compartir, simplemente, una taza humeante que te aleje del frío de la calle. Una de esas veces en que ya no recuerdas de qué hablabas, qué te dijo, lo que llevabas puesto y, tal vez, ni siquiera lo que tomaste. Solo te quedas con la sensacion agradable, la que te llena, el recuerdo de la persona y tal vez el local. Tampoco recuerdo la última vez que tomé un caramelo de tofe, pero sí recuerdo cómo sabía.

Este año me gustaría aprender a llevarme un libro a alguna cafetería y leerlo. También algo que escribir en una cafetería. Me apetece ponerme un abrigo y salir a caminar por el camino del faro, en un día gris, con solo mis pensamientos. Me apetece que el día que haga eso no haya nadie por allí. Quiero sentir el viento y el frío soplando. El mar de otoño, gris plateado. Quiero sentir que una etapa termina y se abre otra nueva, tal vez mucho mejor.

Me llevo gratos recuerdos de este verano. Recuerdos, fotos, vivencias. Me llevo gente en el corazón que estará siempre allí. Y me llevo gente con la que espero compartir más y nuevas cosas. Me llevo objetivos renovados, sueños cambiados... A veces, sólo a veces, siento, a ratos, y sólo a ratos, que parece que vaya encontrando un rumbo en la vida que me gusta y que me va a llevar a un lugar al que siempre he querido llegar.

Besos a tod@s!