Ya no puedo jugar a videojuegos
que podrían gustarme. Hablo de las aventuras gráficas o de aquellos en plan “abiertos”
que puedes hacer lo que te dé la gana en un mundo mágico. Bueno, todo, todo,
no.
Veréis, cuando tenía entre 12 y
14 o 15 años jugaba muchísimo a toda clase de juegos. Desde estrategia,
militares, aventuras gráficas,… Era genial, la verdad. Y si hubiera tenido los
videojuegos y los ordenadores de ahora, hubiera sido una experiencia increíble.*
Pero a los 15 cayó en mis manos
Los Sims. Ese de simulación de vida. Era brutal. Veamos, poner a manos de una
adolescente la vida entera de alguien, capacidad de tomar decisiones, crear una
casa y decorarla, ser pareja del chico que te gusta versión sim… Bueno, bueno,
era una extensión a tu propia imaginación.
Y así es como pasé los siguientes
años jugando a Los Sims (y todas sus expansiones), Los Sims 2 (y muchas de sus
expansiones) y Los Sims 3 (escasas horas jugadas de muchas de sus expansiones;
poco tiempo y demasiadas horas de ordenador). He creado casas, estilos y vidas
que son la caña.
Entonces, un día te vas fijando
en que en el ordenador de al lado hay paisajes y música preciosos, que corres
por parajes montañosos y bosques nevados, que hay dragones volando, gigantes con
mamuts, elfos, fae, y toda clase de seres. Si eres como yo, piensas algo así
como “¡Por Dios! Yo también quiero jugar a eso!”. Te instalas un juego (Skyrim,
en ese caso) y esperas que la “magia” suceda.
Mamuts y gigantes norteños. ¿Mola o no mola?
Quiero decir… Pasé muchas horas
jugando antaño a esta clase de juegos, algo se me habrá quedado, ¿no?
Pues no.
Primero descubres que has perdido
la costumbre de manejar la cámara y los mandos. Que se te va el ratón para un
lado y la cámara para donde no toca, que te atacan por la espalda y te pierdes.
Le das sin querer a vista en primera persona y no en tercera, con lo que el
punto de vista cambia drásticamente. ¿Tiros a distancia? Ni hablar. A machaque
con un espadón del quince más grande que tú porque es más fácil que apuntar con
la desastrosa puntería que tienes con el ratón.
Pero bueno, digamos que superando
los primeros minutos y acostumbrándote más o menos, ves que puedes avanzar. Has
matado algunos malotes, has conseguido un par de logros y en una misión te
envían campo a través a la Ciudad del Otro Lado de la Montaña porque ahí venden
bayas moradas cuya semilla necesita alguien del pueblo para hacer crecer sus
plantitas y ellos no pueden ir porque están muy ocupados/el camino es
peligroso/no te lo especifican.
Allá que voy.
Y me ataca un lobo.
Pero yo no me quiero defender y
acaba muriendo.
En este punto, mi pareja, que ha
ido dejando de lado su videojuego me grita exasperado: “¡Pero dale! ¡Que te va
a matar! ¿Qué haces?”. Y no. Aquí es cuando empieza una de nuestras discusiones
de desacuerdo.
Veamos. En todos los videojuegos,
cuando vas campo a través te atacarán bichos salvajes. Es la manera fácil de
adquirir PX (Puntos de Experiencia, para los no iniciados en los videojuegos) y
de practicar los nuevos ataques que hayas obtenido al subir de nivel. Y vamos,
un viaje de una hora de reloj en el que solo puedas observar el paisaje, para
muchos gamers no va a suponer desafío ni diversión alguna.
Ahí entro yo. Soy una pacifista y
una animalista. He llegado al punto que no puedo matar bichejos en un videojuego.
Vamos, ni siquiera a los dragones malotes de Skyrim, que se cargan ciudades.
¿Por qué?
Vayamos por partes, como dijo
cierto inglés destripador.
Si un lobo o un oso o cualquier animal parecido te ataca es porque has entrado en su territorio sin permiso y posiblemente tenga sus crías o su madriguera cerca. Pensad en la cantidad de lobeznos y oseznos y bicheznos que se han quedado huérfanos siendo cachorros por viajeros como tú. O las pobres arañas de las cavernas que, al matarlas sueltan un valioso ingrediente para hacer pócimas o crear armas más fuertes. Cuántas habrán muerto a manos de gente que trafica con estos componentes. ¿Os lo habéis planteado? Después del paso del viajero por la Montaña Nublada, la típica araña (Araneae Montaniensis Skyrimarea, cuyo nombre ni si quiera llegaron a aprenderse) se suma a los millares de especies en peligro de extinción gracias a viajeros como tú que alteraron su hábitat natural.
Un lobo de Skyrim en pleno invierno y con carita de hambruna.
Si un lobo o un oso o cualquier animal parecido te ataca es porque has entrado en su territorio sin permiso y posiblemente tenga sus crías o su madriguera cerca. Pensad en la cantidad de lobeznos y oseznos y bicheznos que se han quedado huérfanos siendo cachorros por viajeros como tú. O las pobres arañas de las cavernas que, al matarlas sueltan un valioso ingrediente para hacer pócimas o crear armas más fuertes. Cuántas habrán muerto a manos de gente que trafica con estos componentes. ¿Os lo habéis planteado? Después del paso del viajero por la Montaña Nublada, la típica araña (Araneae Montaniensis Skyrimarea, cuyo nombre ni si quiera llegaron a aprenderse) se suma a los millares de especies en peligro de extinción gracias a viajeros como tú que alteraron su hábitat natural.
¿Los dragones malotes de Skyrim? Los están reviviendo y pululan por todo el territorio volando hasta que se deciden a atacar a quien le suponga una amenaza o una aldea. ¿Qué sabes tú si el pobre dragón no se está vengando de la caza de dragones que hubo hace años, antes de que tú jugaras, en ese territorio? ¿Y si de pequeño los humanos lo molestaron?
Pues eso, que si yo voy tranquilamente y me atacan animales, me supone un problema atacarles. No tengo problema alguno con humanos, seres humanoides o espectros o cosas malignas, en serio. Pero los animales no son malos. Se deben a su instinto de supervivencia o protección.
Ejemplo de un bárbaro atacando a un dragón que volaba tranquilamente. Me encantan los dragones, ¿y a vosotros? ¿Por qué matarlos? Déjalos vivir...
Me gustaría que hubiera un parche
o una opción en las características del juego en que pudieras desactivar que
los animales te atacasen y así no tener que defenderte o morir por ello.Así seguro que no tendría tantos problemas.
Por ahora, me estoy contentando con observar los paisajes bonitos de los videojuegos a los que juega mi novio y hacer comentarios del tipo: "¿Era necesario? Te lo has cargado, ¿no podías hacer otra cosa...?" y él que contesta: "¡Pero si me ha atacado él a mí! ¿No lo has visto?" y yo: "Seguro que has entrado en su territorio o tiene hambre, ¡es supervivencia! Corre y ya se irá, no le mates". Y así siempre.
Pero cuando no estoy muy cansada del ordenador, a veces me sigue apeteciendo volver a esos mundos...
* Entre los 17-18 jugué a
Neverwinter Nights, no lo olvidemos.
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