Miraba hacia la calle en un día lluvioso, gris y triste. Hacía horas que había dejado de escuchar el ruido de las gotas sobre el cristal de la ventana. La chica de la ventana observaba sin prestar atención la gente de la calle. El mundo seguía girando sin su ayuda. La chica del espejo miraba a los ojos de la chica de la ventana, tan tristes y tan solos.
En la plaza un joven levantó la vista y se quedó absorto en la mirada de la chica de la ventana. Quiso hacerla suya para quitarle la tristeza como si fuera ropa, y quitarle la ropa para hacerla suya. En unos instantes la imaginó, la besó y la amó. Pero siguió su camino. En unos instantes la olvidó y se marchó tal y como había aparecido.
La chica del espejo era el reflejo de la chica de la ventana.
Aiss, los espejos... Dan tanto que hablar! Yo puedo llamarme espejóloga y aun así me siguen pareciendo muy misteriosos... Muchas veces se cruzan caminos y miradas, pero en líneas rectas que siguen perpendicularmente, y voilà, no se puede hacer nada, es el devenir de la vida, que dice mi Maga. Las ventanas también son necesarias, pero que sea menor la tristeza cuando se mira por ellas ;) Un besazo, guapa.
1 comentario:
Aiss, los espejos... Dan tanto que hablar! Yo puedo llamarme espejóloga y aun así me siguen pareciendo muy misteriosos...
Muchas veces se cruzan caminos y miradas, pero en líneas rectas que siguen perpendicularmente, y voilà, no se puede hacer nada, es el devenir de la vida, que dice mi Maga.
Las ventanas también son necesarias, pero que sea menor la tristeza cuando se mira por ellas ;)
Un besazo, guapa.
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