Echamos de menos a personas, que están, que se fueron, que se marcharon o que están contigo, pero a la vez no están.
Echamos de menos olores, sabores, lugares, sonidos...
Echamos de menos cosas que no sabemos que nos faltan hasta que ha pasado mucho tiempo y las notas. Como cuando, conscientemente dejas de respirar y, de repente, tu cuerpo toma una bocanada de aire y recuerdas que hace varios segundos que no respirabas.
Echamos de menos cuando hay algo que tenemos ahora que no termina de llenar un vacío de algo o de alguien que estaba antes. Y es que parece que no entendamos que los vacíos que se nos quedan, nada ni nadie más que lo que/quien ha dejado el vacío puede llenarlo. Pero no, siempre tratamos de llenarlo con cosas. Mantenemos la mente ocupada trabajando, leyendo, mirando la tele... Haciendo cualquier cosa por alejarnos del aquí y el ahora. Tratamos de no escucharnos a nosotros mismos porque, para el día a día es más fácil seguir así.
Porque, ¿cuándo nos viene bien una charla de esas de "tenemos que hablar" contigo mismo? De esas de ¿se puede saber qué estás haciendo? Si hay algo que no te gusta, cámbialo. Si te gusta, quédatelo. Y si no te gusta y no se puede cambiar, o lo aceptas o te vas. Hay miles de opciones. Las tenemos todas y, aún así, nos da pereza, miedo o mil y una cosas, sentarnos a hablar con nosotros mismos.
Y entonces te levantas un día y te das cuenta de todo lo que echas de menos. Que ojo, lo que tienes ahora está muy bien. Pero, ¿ves? no es lo de antes. Es distinto.
Creo que necesito un descanso. Estoy en plena carrera de fondo y no puedo parar, aunque lo necesito.
Hay momentos en que me siento como una actriz-directora de cine, que estoy viendo la película a la vez que actúo. Es raro. Me gustaría solamente actuar y no ver la película.
Echo de menos algo que tuve una vez y aprecié mucho, pero que ahora, al buscarlo, ya no lo encuentro, a pesar de que está conmigo.
Echo de menos respuestas. Echo de menos la respuesta a una carta que envié, a corazón abierto. Las frases a medioacabar, a veces son bonitas, pero los puntos suspensivos al final de un capítulo, no.
¿Me estoy desahogando? Creo que sí. Lo necesito un poco. Mañana será otro día, estaré menos cansada y todo tendrá otro aire.
Mientras, escribo y miro una perrita que hace poco que ha encontrado un nuevo hogar, donde ya no pasa hambre ni frío, donde recibe carícias y amor, donde cada día se extraña de algo y aprende una cosa nueva.
3 comentarios:
Te echo de menos cuando me tropiezo con tu ausencia, tan presente y tan discreta como tú.
Pero una ausencia no es un vacío, y sobre todo no es una pérdida, sólo es una distancia inevitable, sólo es eso...
Una campanilla de primavera para ti.
La distancia es solo pasajera. Son solo unas horas :)
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