Y se merece llamar así este día porque he vuelto a empezar las clases. Nada menos que a las 8 de la mañana... sic... -_-
Es curioso cómo toda tu vida puede cambiar en minutos, segundos... o a veces incluso en milisegundos. O que todo lo que has construido durante varios años se vaya al traste por terceras personas. Estoy segura de que a muchos de vosotros os ha pasado, lo habéis pensado... y si no es ni nua cosa ni la otra, conocéis gente a la que le haya ocurrido. En mi caso, ahora no es uno de estos momentos (o, por lo menos, no lo está siendo; no sé q puede pasar dentro de una hora o, si alguien cercano a quien aprecio o quiero mucho, tiene un accidente en estos mismos momentos (ojalá q no pase)... mi vida cambiaría en nada...); toda esta parrafada biene a ser que alguien de mi alrededor se ha encontrado con una tercera persona incordiando y ver cómo avanza la situación me ha hecho volver a plantearme estas cosas.
A otra cosa, mariposa. Muchas gracias a todos aquellos que me dejan un comentario en el blog. Me hace mucha ilu recibirlos, ya sea de amigos o conocidos o de gente desconocida... es como recibir un e-mail de los de verdad (de los que te cuentan cosas de la persona y no simplemente una cadena...). Hoy estaba esperando a que me llegase la carta de una amiga a la que apenas veo, peor no ha sido así... habrá que seguir esperando. La última vez que hablé con ella, dijo que ya la había mandado... tal vez sea que los de Correos con todo esto de Semana Santa, se lo toman un poco con pachorra...
El hombre viejo
Era un hombre viejo, de mediana estatura con el pelo y la barba blancos. Llevaba un jersey con cuello alto y vuelto de lana color hueso y, encima de éste, una americana de pana marrón. Los pantalones, grises, como si fueran de puntos de lana. Los zapatos… una especie de babuchas de color azulado por donde se veían los calcetines blancos. Paseaba a mi perro, cuando salió del portal. Y, justo cuando iba a pasar de nosotros, paró, como recordando algo y dijo “perrito, perrito”. Mi perro se acercó a él y se sentó mientras recibía con gusto sus caricias. El hombre, agradecido, me miró y sin saber, por qué, le sonreí. Él hizo lo mismo a la par que me decía adiós. El hombre… me gustó. No cómo a alguien le atrae el sexo opuesto, sino más bien como un ser humano aprecia a otro. Y siguió caminando. Al principio no me sorprendió nada más de él. Cuando dio la vuelta, se me empezaron a ocurrir historias sobre un viejo que se había quedado solo después de la muerte de su amada esposa. Después me fijé en que llevaba el macuto del gimnasio Orión – con piscina climatizada, clases de aqua-gym para los más mayores, de natación para los niños y un sinfín de actividades típicas de los gimnasios, como aerobic o musculación. Todo por un módico precio un tanto caro- lo del gimnasio, no cabe duda en que me quedé atónita. El viejo que me había imaginado, encerrado durante meses en una casa, que ahora empezaba su contacto con el exterior en un día lluvioso y frío, acariciando a un perro desconocido que le daba cariño… ¿iba al gimnasio? Pues parecía que así era.
El hombre, antes de dar la vuelta a la esquina, se giró un par de veces más para ver a mi perro, que iba oliendo rastros imperceptibles para mí. Cuando me quise dar cuenta, el hombre, estaba a unos metros más delante de nosotros. Caminaba con un paso pausado pero sin parar. Bajaban un grupo de tres pre-adolescentes. El hombre pasó entre los coches que estan aparcados al lado de la acera y caminó varios metros por la calzada, sin prestar atención a los coches que subían y a quienes entorpecía el paso. Ahí me empecé a interesar más por él y no pude dejar de mirarle. De pronto, en una rampa pintada de amarillo delante de la entrada de un garaje, parecía que fuera a entrar otra vez a la acera, pero no. Caminó con un pie encima de la rampa y el otro, debajo. Parecía que fuera un cojo. Cuando terminó la rampa, esta vez si, subió a la acera y siguió caminando. De vez en cuando, hacía alguna zigzag sin motivo aparente. Pero me fijé en que cuando lo hacía, era porque en el suelo, había alguna grieta o porque varias tapas de gas, agua o cosas parecidas, formaban una especie de línea imperceptible si no te fijas. Y él las iba siguiendo todas. Ello me sorprendió pues hace años que vivo en este barrio y no me había fijado en estas pequeñeces…
Durante la subida de la calle, el hombre se giró varias veces, mirándome –en ese momento, desviaba la mirada- como si supiera lo que estaba pensando o le divirtira el juego silencioso al que pertenecíamos. Él, un ratón feliz que jugueteaba como hacía siempre; yo, un gato sorprendido que lo miraba atónito, estudiando sus movimientos. Cuando estuvo más cerca nuestro, volvió a llamar a mi perro “perrito, perrito” le decía, pero él, ya no le prestaba atención. Seguía con la nariz pegada al suelo, haciendo su propia investigación de olores. El hombre se fue alejando más y más, y pese a mi empeño por seguirle, mi perro se había cansado del jueguecito y quería marcharse a casa. Lo último que vi de él, era su mochila, e iba caminando por la calzada otra vez, despreocupado por los coches… y por el frío que hacía.
Llegué a imaginar, por unos momentos, mi posible relación con aquel extraño individuo. Como la película… de cuyo nombre no me acuerdo que trata de un viejo y amargado escritor retirado, que publicó una sola obra en su vida, considerada una obra maestra y ganadora del Pulitzer, se hace amigo de un joven negro habitante de los barrios marginales del Bronx, muy inteligente, escritor aficionado y ganador de una beca de un instituto o colegio privado muy caro. También, lo imaginé como el protagonista de “Mejor… imposible”, por sus rarezas a la hora de caminar por suelos donde había lineas… ya sabes, por la creencia de que te traerá mala suerte si pisas una. Me gustaría volver a verlo, pero dudo que sea posible. Esto son casualidades que te trae la vida un día inesperado y que no sabes por qué, pero las escribes… quizás para releerlas en la posteridad y acordarte de este día lluvioso y frío, en que estaba medio constipada y no sabía si saltarme la clase que tenía por la tarde, de lengua española… cosa que al final he acabado haciendo, para escribir… esto. Para que se conserve para la posteridad. Para demostrarme una vez más que puedo escribir si quiero, que no todo tienen que ser historias o poemas. Que también existen las vivencias diarias… que no siempre las consideramos importantes. Que aunque otros se aburran al leerlas, a mi –la escritora- me traerán memorias.
(Martes 24 de febrero de 2004)
Aun recuerdo las pocas ganas de ir a Lengua Española I en la uni, la súbita inspiración que tuve al encontrarme con ese viejo que, por cierto, me voy encontrando cada unos cuantos meses por mis calles... y, lo mejor de todo es que mi madre le conocía, pues cuando era pequeña había trabajado en la tienda de mi abuelo y por lo visto, sí, se le había muerto la mujer. Es pintor (o lo era hace algunos años) y no está demasiado bien de la azotea. ¿Pero no dicen que los genios están locos? Tal vez sea uno más para muchos, para mí era un libro misterioso, de tapa dura y vieja, roída por el tiempo que, durante un tiempo, me hizo imaginar cómo habría sido su vida... Deberíais verlo algún día... el arte con que camina sobre todas las grietas, pintadas en el suelo, pasos de zebra o líneas continuas de la calzada.
Saludos a todos y... si estáis leyendo esto, por favor, dejad algún comentario, por corto y tonto que sea, que me gustará mucho recibirlo :P.
^-*!!
Comentarios
Es curioso cómo toda tu vida puede cambiar en minutos, segundos... o a veces incluso en milisegundos. O que todo lo que has construido durante varios años se vaya al traste por terceras personas. Estoy segura de que a muchos de vosotros os ha pasado, lo habéis pensado... y si no es ni nua cosa ni la otra, conocéis gente a la que le haya ocurrido. En mi caso, ahora no es uno de estos momentos (o, por lo menos, no lo está siendo; no sé q puede pasar dentro de una hora o, si alguien cercano a quien aprecio o quiero mucho, tiene un accidente en estos mismos momentos (ojalá q no pase)... mi vida cambiaría en nada...); toda esta parrafada biene a ser que alguien de mi alrededor se ha encontrado con una tercera persona incordiando y ver cómo avanza la situación me ha hecho volver a plantearme estas cosas.
A otra cosa, mariposa. Muchas gracias a todos aquellos que me dejan un comentario en el blog. Me hace mucha ilu recibirlos, ya sea de amigos o conocidos o de gente desconocida... es como recibir un e-mail de los de verdad (de los que te cuentan cosas de la persona y no simplemente una cadena...). Hoy estaba esperando a que me llegase la carta de una amiga a la que apenas veo, peor no ha sido así... habrá que seguir esperando. La última vez que hablé con ella, dijo que ya la había mandado... tal vez sea que los de Correos con todo esto de Semana Santa, se lo toman un poco con pachorra...
El hombre viejo
Era un hombre viejo, de mediana estatura con el pelo y la barba blancos. Llevaba un jersey con cuello alto y vuelto de lana color hueso y, encima de éste, una americana de pana marrón. Los pantalones, grises, como si fueran de puntos de lana. Los zapatos… una especie de babuchas de color azulado por donde se veían los calcetines blancos. Paseaba a mi perro, cuando salió del portal. Y, justo cuando iba a pasar de nosotros, paró, como recordando algo y dijo “perrito, perrito”. Mi perro se acercó a él y se sentó mientras recibía con gusto sus caricias. El hombre, agradecido, me miró y sin saber, por qué, le sonreí. Él hizo lo mismo a la par que me decía adiós. El hombre… me gustó. No cómo a alguien le atrae el sexo opuesto, sino más bien como un ser humano aprecia a otro. Y siguió caminando. Al principio no me sorprendió nada más de él. Cuando dio la vuelta, se me empezaron a ocurrir historias sobre un viejo que se había quedado solo después de la muerte de su amada esposa. Después me fijé en que llevaba el macuto del gimnasio Orión – con piscina climatizada, clases de aqua-gym para los más mayores, de natación para los niños y un sinfín de actividades típicas de los gimnasios, como aerobic o musculación. Todo por un módico precio un tanto caro- lo del gimnasio, no cabe duda en que me quedé atónita. El viejo que me había imaginado, encerrado durante meses en una casa, que ahora empezaba su contacto con el exterior en un día lluvioso y frío, acariciando a un perro desconocido que le daba cariño… ¿iba al gimnasio? Pues parecía que así era.
El hombre, antes de dar la vuelta a la esquina, se giró un par de veces más para ver a mi perro, que iba oliendo rastros imperceptibles para mí. Cuando me quise dar cuenta, el hombre, estaba a unos metros más delante de nosotros. Caminaba con un paso pausado pero sin parar. Bajaban un grupo de tres pre-adolescentes. El hombre pasó entre los coches que estan aparcados al lado de la acera y caminó varios metros por la calzada, sin prestar atención a los coches que subían y a quienes entorpecía el paso. Ahí me empecé a interesar más por él y no pude dejar de mirarle. De pronto, en una rampa pintada de amarillo delante de la entrada de un garaje, parecía que fuera a entrar otra vez a la acera, pero no. Caminó con un pie encima de la rampa y el otro, debajo. Parecía que fuera un cojo. Cuando terminó la rampa, esta vez si, subió a la acera y siguió caminando. De vez en cuando, hacía alguna zigzag sin motivo aparente. Pero me fijé en que cuando lo hacía, era porque en el suelo, había alguna grieta o porque varias tapas de gas, agua o cosas parecidas, formaban una especie de línea imperceptible si no te fijas. Y él las iba siguiendo todas. Ello me sorprendió pues hace años que vivo en este barrio y no me había fijado en estas pequeñeces…
Durante la subida de la calle, el hombre se giró varias veces, mirándome –en ese momento, desviaba la mirada- como si supiera lo que estaba pensando o le divirtira el juego silencioso al que pertenecíamos. Él, un ratón feliz que jugueteaba como hacía siempre; yo, un gato sorprendido que lo miraba atónito, estudiando sus movimientos. Cuando estuvo más cerca nuestro, volvió a llamar a mi perro “perrito, perrito” le decía, pero él, ya no le prestaba atención. Seguía con la nariz pegada al suelo, haciendo su propia investigación de olores. El hombre se fue alejando más y más, y pese a mi empeño por seguirle, mi perro se había cansado del jueguecito y quería marcharse a casa. Lo último que vi de él, era su mochila, e iba caminando por la calzada otra vez, despreocupado por los coches… y por el frío que hacía.
Llegué a imaginar, por unos momentos, mi posible relación con aquel extraño individuo. Como la película… de cuyo nombre no me acuerdo que trata de un viejo y amargado escritor retirado, que publicó una sola obra en su vida, considerada una obra maestra y ganadora del Pulitzer, se hace amigo de un joven negro habitante de los barrios marginales del Bronx, muy inteligente, escritor aficionado y ganador de una beca de un instituto o colegio privado muy caro. También, lo imaginé como el protagonista de “Mejor… imposible”, por sus rarezas a la hora de caminar por suelos donde había lineas… ya sabes, por la creencia de que te traerá mala suerte si pisas una. Me gustaría volver a verlo, pero dudo que sea posible. Esto son casualidades que te trae la vida un día inesperado y que no sabes por qué, pero las escribes… quizás para releerlas en la posteridad y acordarte de este día lluvioso y frío, en que estaba medio constipada y no sabía si saltarme la clase que tenía por la tarde, de lengua española… cosa que al final he acabado haciendo, para escribir… esto. Para que se conserve para la posteridad. Para demostrarme una vez más que puedo escribir si quiero, que no todo tienen que ser historias o poemas. Que también existen las vivencias diarias… que no siempre las consideramos importantes. Que aunque otros se aburran al leerlas, a mi –la escritora- me traerán memorias.
(Martes 24 de febrero de 2004)
Aun recuerdo las pocas ganas de ir a Lengua Española I en la uni, la súbita inspiración que tuve al encontrarme con ese viejo que, por cierto, me voy encontrando cada unos cuantos meses por mis calles... y, lo mejor de todo es que mi madre le conocía, pues cuando era pequeña había trabajado en la tienda de mi abuelo y por lo visto, sí, se le había muerto la mujer. Es pintor (o lo era hace algunos años) y no está demasiado bien de la azotea. ¿Pero no dicen que los genios están locos? Tal vez sea uno más para muchos, para mí era un libro misterioso, de tapa dura y vieja, roída por el tiempo que, durante un tiempo, me hizo imaginar cómo habría sido su vida... Deberíais verlo algún día... el arte con que camina sobre todas las grietas, pintadas en el suelo, pasos de zebra o líneas continuas de la calzada.
Saludos a todos y... si estáis leyendo esto, por favor, dejad algún comentario, por corto y tonto que sea, que me gustará mucho recibirlo :P.
^-*!!
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Juajuajua eso es mas cierto que la verdad..por cierto. que a ver cuando una noche de estas os apuntais (o te apuntas Jon ander que estas cerca i no tienes eexcusa) estamos haciendo partidas nocturnas Jon Y yo en casa de Igor..alguna vez cuando curraba nos hemos quedado bastante tarde y eso..ahora toca Fullmetal alchemist, que lo sepas..si e interesa este mismo finde estamos alli oK?? XDD enga animo
Comentario:
Anda coñe...pues si que produce satisfacción si...^^U
Y no, no estamos locos, sólo es que vemos más allá de lo que la gente normal puede o se atreve a ver...somos:
¡¡¡VISION-LAB AGENTS!!!
Vale...me callo
Y no, no estamos locos, sólo es que vemos más allá de lo que la gente normal puede o se atreve a ver...somos:
¡¡¡VISION-LAB AGENTS!!!
Vale...me callo
Comentario:
Estoy por llamar al manicomio... Aquí hay dos casos con escasa salud mental... Codigo 341. Rápido, mandad una ambulancia y...
XDD
XDD
Comentario:
Quieres una satisfacci'on??? muy bien:
Mas negro que la oscuridad mas rojo que la sangre que fluye, enterrado en las corrientes del tiempo en tu sagrado nombre me acojo a la oscuridad, por el poder que tu y yo posehemos que todos aquellos locos que osen interponerse en mi camino sean desruidos....
MAATTAAAAAAA DRAGOOOO....
Mas negro que la oscuridad mas rojo que la sangre que fluye, enterrado en las corrientes del tiempo en tu sagrado nombre me acojo a la oscuridad, por el poder que tu y yo posehemos que todos aquellos locos que osen interponerse en mi camino sean desruidos....
MAATTAAAAAAA DRAGOOOO....
Comentario:
Pelota yo??...me has ofendido!, exijo una satisfacción!!...en guardía!!
0===[::::::>
Defiendete chusa!! ar ar!!
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Defiendete chusa!! ar ar!!
Comentario:
Tu vives entre la realidad y el otro lado..el que quiera que sea...XDDD
Has visto como te hace la pelota tu novio??? juaajuajuajuas. De todas formas esto de los blogs es como un tamagochi, los cuidas crecen y a veces se cagan en ti XDDD pero sigue siendo divertido..¿te apetece leer una disertacion con vasias opiniones sobre los blogs?? pues ve al link del Cristiano ingenuo y verás verás..XDDD
Has visto como te hace la pelota tu novio??? juaajuajuajuas. De todas formas esto de los blogs es como un tamagochi, los cuidas crecen y a veces se cagan en ti XDDD pero sigue siendo divertido..¿te apetece leer una disertacion con vasias opiniones sobre los blogs?? pues ve al link del Cristiano ingenuo y verás verás..XDDD
Comentario:
Jajajaja. Serías una gran detective, ningun detalle se te escapa, siempre fijandote y analizando cualquier detalle ;-).
Pero vaya, que es cierto que en ocasiones detalles de la vida diaria que en otras situaciones nos parecerían superficiales y sin importancia, bien sea por el estado de ánimo, o Dios-sabe-que-conjunción-astrónomica-adecuada, hacen trabajar nuestro cerebro y apreciar algo más por debajo de esa capa roñosa de realidad cotidiana. Eso sí, hace falta tener una mente muy despierta y abierta para eso, e imaginativa por supuesto.
Está claro que eres la excavadora oficial de ese estrato oscuro. Tu sigue mostrándonos lo que hay debajo, que nosotros seremos como los viejillos que pierden el tiempo cotilleando aquí y allá. XDDD (Que metáfora tan lograda ¿eh? :P)
Pero vaya, que es cierto que en ocasiones detalles de la vida diaria que en otras situaciones nos parecerían superficiales y sin importancia, bien sea por el estado de ánimo, o Dios-sabe-que-conjunción-astrónomica-adecuada, hacen trabajar nuestro cerebro y apreciar algo más por debajo de esa capa roñosa de realidad cotidiana. Eso sí, hace falta tener una mente muy despierta y abierta para eso, e imaginativa por supuesto.
Está claro que eres la excavadora oficial de ese estrato oscuro. Tu sigue mostrándonos lo que hay debajo, que nosotros seremos como los viejillos que pierden el tiempo cotilleando aquí y allá. XDDD (Que metáfora tan lograda ¿eh? :P)