Esta tarde cuando he salido, como cada día, he lanzado un suspiro. El cielo ya no está negro cuando salgo. Está de azul añil. O azul marino del mediterráneo. No azul oscuro. Al pasar delante de la misma panadería que anuncia "pastas calientes", y que huele a coco caliente, como cada martes y jueves al volver a casa, he tenido una especie de epifanía, como decía James Joyce. Solo que él la llamaba epiphany, por hablar en inglés y esas cosas.
El momento me decía algo así como "igual que el jueves pasado y el martes pasado y el anterior jueves y martes y jueves y martes y jueves". Y una especie de película a cámara rápida ha pasado delante de mis ojos en cuestión de milésimas de segundos. En ella estaban condensadas todas las horas de clase que he dado hasta el momento, y un breve del futuro, que era el mismo. Y no me ha gustado.
Últimamente me estaba acostumbrando a la rutina esta. Clase mañana, clase tarde. A ponerme la cara sonriente con los niños, la cara enfadada cuando se portan mal. A quitármela y suspirar al marcharme. Siempre. La sonrisa se desvanece. Alguna vez, si estoy más satisfecha, aguanta unos momentos. Pero se desvanece.
Y el problema es que se vaya desvaneciendo no solo al salir de clase, sino que lo haga en el resto del día. Días. No quiero que mi sonrisa desaparezca del todo, que sólo se asome en determinadas circunstancias.
Tengo ganas de Irlanda. De viajar. De desconectar. De naturaleza. De monte. De ríos. De la magia que te regala la naturaleza siempre que te paras a mirar y a escuchar. Siempre la saboreas.
Creo que estoy llegando a un límite. Y es bueno, porque es momento de romperlo, de traspasarlo, de avanzar un poco y dejarlo atrás.
Según lo que acabo de decir, debería sentirme un poco como:
Pero la verdad es que me siento más bien como:
O como una canción irlandesa.
Besos a todos... y recordad... --->> AK-RELATOS <<--- ya se ha estrenado. (Me encanta hacer publicidad de ello ^-^ Estoy realmente contenta de que el proyecto haya empezado).